Noche de destrucción

AutorJohn Daniszewski

Los Angeles Times

BAGDAD, Iraq.- La noche de ayer trajo truenos, fuego y humo. Dominaba la imagen del cuartel general del servicio iraquí de inteligencia, con forma de pirámide, iluminándose desde el interior como una calabaza de Halloween al arder tras los impactos de misiles crucero y bombarderos B-52.

Balas rastreadoras naranja, rojo y amarillo llenaban el cielo, señalando el objetivo del fuego antiaéreo, y la tierra retumbó y los edificios temblaron como si la ciudad fuera víctima de violentos sismos.

Después de un día soleado y pacífico, cuando muchos residentes de Bagdad hicieron a un lado sus temores y se aventuraron al exterior, las sirenas de alarma dejaron oír su doloroso quejido a las 20:05 horas, tiempo local. Cinco minutos más tarde las explosiones dieron inicio a una gigantesca danza de claqué.

Los misiles crucero Tomahawk, enviados desde el Golfo Pérsico, cayeron en rápida sucesión sobre el complejo del Antiguo Palacio que se levanta justo enfrente del corazón comercial de la ciudad, a lo largo de 2.7 kilómetros en la ribera del Río Tigris.

Como un espectáculo coreografiado de fuegos artificiales, un edificio tras otro explotó en llamas de un amarillo brillante, rápidamente ahogadas por nubes de polvo y escombros.

Las explosiones iniciales se prolongaron durante 10 minutos, seguidas por una serie de impactos como de martillo. Luego, como a eso de las 21:30 horas, llegaron los B-52. El ataque era un flujo precedido por el constante gemido de las sirenas de defensa civil, el ocasional ruido de cazas estadounidenses en vuelo rasante y el tableteo de la artillería antiaérea disparando inútilmente en todas direcciones para interceptar los ataques.

Al otro lado del río las ventanas se estremecían y las alarmas de los autos elevaban sus lamentos producto de las ondas de choque de las explosiones. En cierto momento, mirando desde el balcón del Hotel Palestina, la única criatura que se movía era un perro callejero, corriendo presa del terror en medio de la Calle Abu Niwas paralela al embarcadero.

Los ataques continuaron hasta aproximadamente las 22:30 horas. Explosiones esporádicas y distantes se oían como el rumor de truenos en la distancia hasta la primera llamada a la oración antes del amanecer.

Durante la noche se podían ver incendios en los flancos sur, este y oeste de la ciudad, aunque era imposible discernir los objetivos exactos, y gruesas columnas de humo blanco y negro y de polvo pasaban sobre nuestras cabezas. Parecía que...

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