Un Nobel en sandalias

AutorRebeca Herrejón

Es la primera vez que visita Guadalajara, pero no la primera en México.

Después de esta entrevista, Thomas C. Südhof, el ganador del Premio Nobel de Medicina en el 2013, caminó las calles del Centro Histórico con sus sandalias Brikenstock negras, a juego con sus calcetines, que le dan un aire desenfadado al traje con rayas, la camisa azul y la corbata amarilla.

En Stanford, según reportes de la universidad estadounidense, es usual verle vestido con suéteres deportivos incluso en los días calurosos.

Lo describen tan meticuloso con su investigación como casual en su vestimenta diaria, de acuerdo con el Centro de Noticias.

El académico visitó Guadalajara para participar con una ponencia en la edición 17 del Congreso Internacional de Avances en Medicina, organizado por los Hospitales Civiles de Guadalajara.

Südhof nació en Göttingen, Alemania, el 22 de diciembre de 1955. Vivió en ese país hasta terminar su doctorado. Luego llegó a Estados Unidos, donde reside y es naturalizado.

Es el segundo de cuatro hijos de una pareja de médicos. Su madre dio a luz mientras su padre estaba en Estados Unidos, haciendo una carrera profesional en medicina académica. Según describe en su autobiografía, redactada en el 2013 -cuando recibió el Premio Nobel-, él se enteró de su nacimiento por un telegrama.

"Mis memorias más fuertes de la infancia son aquellas de mi abuela materna contándome historias sobre el tiempo de la guerra, cómo leía a Dostoyevski mientras trataba de escapar de las bombas en refugios subterráneos, con la esperanza de que mi abuelo sobreviviría", relata en ese texto.

"Aprendí de mi abuela lo importante que es una vida intelectual bajo cualquier circunstancia, y que los valores son espirituales, incluso si eres ateo".

En la secundaria quedó huérfano de padre y su madre trabajó para sacar adelante a sus cuatro hijos.

En esa época, describe, se interesaba por muchas materias, menos por el ejercicio, actividad que ahora, a sus casi 60 años, realiza con regularidad.

Su interés por la música clásica, y los intentos por ser un "éxito marginal", como lo describe, le dieron la pauta de cómo ser un científico.

"No hay creatividad si uno no domina el tema y tiene una exquisita atención a los detalles, pero tampoco hay creatividad si uno no puede trascender los detalles y la interpretación común de ellos, y utilizar el dominio del tema como un instrumento para el desarrollo de nuevas ideas", sostiene.

Estudió Medicina porque consideró que no tenía...

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