'No se puede vivir de escribir poesía'

AutorOscar Cid de León

Uno empieza autopublicándose y no imagina hacia dónde lo llevará el camino, si es que lo lleva a algún sitio. "A mí me tocó pagar cuatro libros", dice Francisco Hernández como quien recuerda haber llegado a esa decisión porque no le quedaba de otra. Tenía entre 28 y 35 años; era un publicista que se había mudado al DF desde provincia, San Andrés Tuxtla, y nadie en la poesía.

Pero el quinto libro, Mar de fondo, tendría otra historia. Por recomendación de su amigo Pedro Orgambide lo postularía en 1982 al premio más importante de poesía en México, el Aguascalientes. Apenas pudo creerlo cuando lo ganó.

"Resulta que eso me dio dos cosas muy importantes", cuenta en entrevista: "la publicación del título en Joaquín Mortiz, que para mí significaba dejar de pagar con mi propio dinero mis cuadernitos, y un viaje a Nueva York durante 15 días, que fue una apertura de mis ojos a otra imaginación".

Es con el Aguascalientes que Hernández zanja el verdadero comienzo de una trayectoria que lo posiciona como uno de los poetas mayores de las letras mexicanas, ahora galardonado con el Premio Nacional de Ciencias Artes en el campo de la Literatura, distinción que se suma al Pellicer que recibió por Habla Scardanelli; al Villaurrutia por Moneda de tres caras; al Sabines por Diario sin fechas de Charles B. White, y al López Velarde por el conjunto de su obra, que también integra títulos como Oscura coincidencia, En las pupilas del que regresa, Mascarón de prosa, Soledad al cubo, Imán para fantasmas y Mi vida con la perra; la "perra", que no es otra que la depresión que lo ha asaltado desde que tiene memoria.

Porque ha tenido distinciones, amores, amistades y dos hijos, pero la enfermedad, esa "perra", sigue allí... Si ha sido feliz, sólo alcanza a responder: "Pues encontré una manera de estar".

Hernández trabajó como creativo publicitario durante 29 años; a él pertenece la campaña que pintó de verde a Santa Clos como emblema navideño de Fuji. "Creo que no se puede vivir de la poesía", indica: "Para la poesía, desde luego, pero no de la poesía. Yo viví de la poesía con las becas y dejé la publicidad..."

Define el conjunto de su obra a partir de una recurrencia a escribir desde la poesía retratos, "poetografías" de personajes reales e imaginarios, así como la soledad y su locura.

Desde su segundo libro, Portarretratos, ya asoma el interés, consolidado en títulos como Moneda de tres caras, donde hablan los personajes de Schumann, Hörderlin y Georg Trakl, acechados...

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