'No te hagas... eres de un cártel'

AutorSilvia Garduño

Una veracruzana de 33 años presentó al Relator Especial de Naciones Unidas sobre la Tortura, Juan E. Méndez, una denuncia por abusos físicos, sexuales y psicológicos por parte de elementos de la Armada.

La madrugada del 7 de agosto de 2012, relata Claudia Medina Tamariz, los marinos irrumpieron en su casa en el puerto de Veracruz sin ninguna orden judicial, deteniéndola a ella, a su esposo Isaías Flores Pineda y a su cuñado Pedro Temix Zapot, quien se encontraba en el domicilio contiguo.

Fueron trasladados en una camioneta blanca a la base naval del puerto, donde estuvieron incomunicados por 36 horas, tiempo en que fueron torturados para que confesaran que formaban parte de un grupo de la delincuencia organizada.

El 8 de agosto, Claudia, su esposo, su cuñado y otras cuatro personas fueron presentadas ante los medios de comunicación como integrantes del Cártel de Jalisco Nueva Generación, en el marco del operativo Veracruz Seguro.

Su esposo fue remitido al Cefereso Oriente 5, en Villa Aldama, y ella al Cereso Femenil de Cieneguillas, Zacatecas, donde le certificaron algunas lesiones.

Logró su libertad caucional a finales del mes. Sin embargo, enfrenta ahora una nueva orden de aprehensión.

Su defensa está a cargo de los abogados del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh).

Irrupción

Claudia se había levantado de su cama al escuchar que alguien trataba de abrir la puerta de su recámara, que siempre deja con el seguro puesto. Se asomó por la ventana y vio algunas camionetas blancas estacionadas en la entrada de su casa.

"Despiértate, se metió alguien a la casa", dijo a su esposo. Eran las tres de la mañana. Claudia llevaba puesta la ropa que acostumbra para dormir: unos shorts tipo bóxer y una playera, y no llevaba sostén.

Cuando Isaías se levantó, un grupo de hombres, algunos de ellos vestidos de civil, otros uniformados, entraron a la recámara ubicada en la planta alta de la casa, los tiraron al suelo, les vendaron los ojos y las manos y comenzaron a registrar el inmueble.

Cada que Claudia les preguntaba qué querían o qué buscaban, los elementos de la Secretaría de Marina le gritaban que se callara.

Le ordenaron bajar las escaleras con los ojos vendados y con las manos atadas a la espalda. Estaba descalza y pisó algunos vidrios rotos cuando llegó a la planta baja.

Los marinos la llevaron fuera de la casa y le ordenaron subir a una camioneta.

"¡Súbete, pinche gorda!", recuerda que le gritaban.

Cuando subió, pudo...

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