De Memoria/ No se hagan rosca

AutorSealtiel Alatriste

6 de enero del 2001: Se celebra la Epifanía del Señor, o sea, el día en que tres reyes de oriente adoraron a Jesucristo recién nacido.

El 6 de enero es fecundo en festividades religiosas, pues según el libro de La leyenda dorada, al menos se celebran tres acontecimientos: la llamada Epifanía, o sea, cuando a los 13 días del nacimiento de Jesús llegaron hasta él unos reyes guiados por una estrella; la Teofanía, o sea cuando 29 años después de aquella visita prodigiosa, San Juan lo bautizó en las aguas del río Jordán; y un año más tarde, cuando Jesucristo convirtió el agua en vino, fiesta a la que se denomina Betania. Las tres festividades tienen en común que dan testimonio de la divinidad de Jesús: primero, por una estrella milagrosa que lo anuncia como Dios; segundo, porque el mismo Dios, al ser bautizado Su Hijo, se manifestó; y la tercera porque fue el primer milagro que obró Jesús en público. De las tres, en México celebramos sólo la primera, la llegada de los Reyes Magos, entregándole regalos a los niños que supuestamente estos reyes dejaron por la noche junto a sus zapatos, y más tardecito, con la partida de la rosca de pan en familia, que tiene varios muñequitos escondidos entre sus migajas.

La leyenda de los Reyes Magos puede sintetizarse así: tres monarcas de oriente (llamados magos porque o eran sabios, o ilusionistas, o porque de veras le entraban a la magia) vinieron a Jerusalén, guiados por una estrella, para venerar a un niño recién nacido. Sus nombres varían según la tradición: en hebreo se les llama Apelio, Américo y Damasco; en griego, Gálgata, Malgat, y Sarathin; y en lenguas latinas, Gaspar, Baltasar y Melchor. Dígase lo que se diga, no se conoce el color de su piel, y se supone que viajaron en dromedarios (que son una suerte de camellos que van hechos la raya) y que eso les permitió llegar en 13 días a su destino. Ya ahí, no sólo averiguaron en dónde se encontraba Jesús, sino un montón de cosas más que habían vaticinado los profetas. Regresaron a su lugar de origen después de honrar al niño Dios, enriquecidos en la fe y hechos unos verdaderos santos. Sus restos descansan en la catedral de Colonia.

Desde que yo era chico, la festividad de los Reyes competía con la de Navidad. Es más, se podría decir que los niños nos dividíamos entre los que celebrábamos la Navidad, cuando recibíamos los regalos, y aquellos que, por la misma razón, festejaban a los Reyes. Ambas celebraciones tenían en común que los regalos llegaban vía...

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