No hablan ni oyen ... y nadie los ve

AutorJulián Hernández

TAMPICO.- Las personas sordomudas en esta ciudad no sólo viven sin atención del Gobierno, sino que hasta hace poco eran casi ignoradas por la Iglesia católica, y se han convertido en "carne de convento" en la guerra por atraer fieles a las diversas religiones.

Inconforme con tal situación, Delia Bejarano inició hace 32 años en Tampico una lucha: su hijo, Julián Javier Treviño, nació con sordera total, víctima de la rubeóla que aquejó a la madre durante el embarazo.

La familia se mudó a Tampico en 1984. Julián Javier tenía entonces 17 años.

Aunque de economía familiar estable, Bejarano quería capacitar a su hijo en alguna actividad manual. Anduvo con él de taller en taller, donde nadie lo aceptó.

"Lo llevé con un carpintero para ver si lo enseñaba, y me dijo que no podía perder tiempo con gente así", cuenta.

"Lo llevé después con otras personas que arreglan lavadoras, cosas de esas, y me dijo que el seguro social..., ¡yo se lo pago!, le dije, pero nada. Mi hijo, entonces, llegó un momento en que dijo 'me doy un tiro o qué hago. No estudio, no trabajo, no hago nada'. ¿Tiene usted idea de lo que yo sentí?"

Julián creció, se casó con una silente como él, y se fue a vivir a Matamoros, donde trabaja en una maquiladora y hace comercio en Estados Unidos.

Al cuarto mes de matrimonio, el joven abandonó la Iglesia católica por los Testigos de Jehová. La noticia dejó atónita a la madre. Ella quiso saber lo que pasaba y visitó una de las asambleas del grupo.

Ahí vio un oficio religioso especialmente para sordomudos, atendidos como iguales por personas con capacidad auditiva.

Bejarano buscó a un Obispo católico y le contó el caso. Esperaba oír el lanzamiento de una gran campaña de la Iglesia para los silentes.

El jerarca, narra, la miró con hastío y respondió: "Búsquese un padre".

"No lo podía creer. Había deseado mucho ese momento, creía que nos iba a dar todo su apoyo. Resultó igual que los demás".

Pese a ello, no se dio por vencida y logró que, en 1998, el sacerdote José Hernández instaurara misa para 35 silentes de Tampico y Ciudad Madero en la iglesia de San Juan de los Lagos.

Como la Iglesia católica no tiene más de un servicio especial para los sordomudos, las otras religiones van tras ellos: en Tampico y Ciudad Madero, la mayoría recibe correos de bautistas y de testigos de Jehová para invitarlos a sus encuentros.

De acuerdo con el grupo de San Juan de los Lagos, cerca de 40 silentes se unieron a la grey de los testigos.

Para contrarrestar la...

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