No acepte invitaciones a riesgo de morir

AutorMarichuy Garduño

Alrededor de la gastronomía existen infinidad de anécdotas protagonizadas por personajes que a través de los años han cobrado celebridad.

Tal es el caso de Fritz Karl Vatel, un apasionado de la gastronomía que se suicidó durante una cena a su cargo, al suponer que se habían acabado los alimentos para agasajar al rey Luis XIV y a su comitiva.

Fue en Francia, en el Siglo 17, cuando Vatel ostentaba el cargo de "controleur general", equivalente a encargado, administrador, gerente o responsable del Castillo Chantilly, del príncipe de Condé, gran general del llamado Rey Sol.

"Era un cargo de mucha importancia, ya que sobre él descansaba todo lo que se refería a comida, limpieza, servidumbre y bienestar de los moradores de la hacienda.

"Todo estaba bajo su control; probaba los guisos, escogía los vinos, daba su visto bueno; aunque no guisaba ni servía a la mesa", comenta María Mestayer en su libro "Historia de la Gastronomía".

Vatel, describe la autora, era un señor muy encopetado. Siempre magníficamente vestido, con casaca bordada, gran peluca y espadín; lleno de encajes, relojes, dijes y sortijas.

Aunque Luis XIV, visitaba al Condé muy regularmente, siempre sus visitas eran muy cortas. En la ocasión que acabó por hacer famoso a Vatel había prometido permanecer en Chantilly un día entero y una noche.

Fue entonces que se comenzó a planear un recibimiento digno del soberano.

El rey no había señalado un día fijo, ni tampoco el número de personas que lo acompañarían. Esto último se ignoraba, ya que al desplazarse oficialmente arrastraba detrás de sí una ciudad entera: guardia y casa militar, cortesanos, alta y baja servidumbre, cocineros, mayordomos, lacayos, cocheros, palafreneros y tapiceros, entre otros súbditos.

Vatel se encargó de toda la planeación. Una responsabilidad nada fácil.

Comenzó a encargar de todas las granjas aledañas aves, pichones, cerdos y terneras. También a abastecerse de hortalizas y huevos.

Asimismo hizo pedidos de jamones, embutidos, pasteles de carne; así como melones, naranjas y limones (frutas entonces exóticas y muy caras). También indicó a los proveedores que estuvieran alertas para que no faltara el pescado de mar y de río.

Contrato más personal y adquirió todo aquello que consideró podría hacer falta durante la visita del rey: candelabros, cristalería y mantelería.

Además consideró la provisión de tiendas de campaña para toda la gente que podría llegar; así como para la nueva servidumbre que tuviese cabida en el...

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