Niños jornaleros sin opción de una mejor vida

COAHUAYANA, Mich., mayo 1 (EL UNIVERSAL).- Por unas cuantas monedas, niños mixtecos de seis años en adelante trabajan de sol a sol en los campos del municipio de Coahuayana, Michoacán. Salen de su casa a las cinco de la mañana y regresan a las siete de la noche a cambio de 20 pesos diarios.

Estudian en sus tiempos libres, sólo así es permitido por sus padres; enfrentan desnutrición y descuido. Así, en medio de esa esclavitud moderna, es como llegó el Día del Niño para estos hijos de jornaleros.

Un peso con 60 centavos por hora cuesta la mano de obra de estos menores que se pierden entre los interminables surcos de chile o jitomate. Ello representa 5.7% de lo que gana un adulto, que recibe 350 pesos por jornada. Los niños son trabajadores que no comen mucho, no se quejan y no requieren prestaciones de ley.

A la falta de atención de las autoridades estatales y federales, se suma la de sus padres, que priorizan el trabajo al estudio en la vida de sus hijos. De los cerca de 400 niños jornaleros que se concentran en los campos de Coahuayana en temporada alta, sólo la mitad acude a clases tres horas al día, con maestros muy jóvenes que no hablan su misma lengua.

"A los padres sólo les interesa el dinero"

Sucios, descuidados, carentes de afecto, así es como la maestra María Teresa Mendoza Orosco, de apenas 18 años, recibe a sus alumnos de preescolar. Ella está al frente de un grupo de niños de tres a cinco años.

La docente del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) señala que a estos niños les hace falta el amor de sus papás y mucha atención. Con firmeza, menciona que como mentores se esfuerzan en ser cariñosos con todos sus alumnos y para apoyarlos en todo lo que esté en sus manos.

Principalmente "para que vean que tienen un apoyo", afirma Teresa Mendoza, mientras arranca algunas sonrisas a los pequeños con unas improvisadas selfies.

"[Los papás] siempre se la pasan trabajando y no les hacen caso, falta, por ejemplo, que se encarguen de ellos, de su limpieza. No se bañan, no se limpian", cuenta.

Por su parte, la directora del Centro de Migrantes Jornaleros de Coahuayana, Baudelia Gabino Arceo, confirma que mientras los niños crezcan, tengan entre seis y siete años, y puedan cortar cualquier fruta, los papás se los llevan a las labores del campo.

"Aquí al jornalero lo que le interesa es el dinero. Ellos vienen aquí a llevarse el dinero, a ellos no les interesa si el niño sabe, si comió, si fue a la escuela. No, para ellos importa el...

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