Nicolás Guillén, creador de formas

AutorBeatriz Iacoviello

El peculiar proceso histórico de América, y en especial de las Antillas, hizo que se conectaran en el espíritu de los pueblos dos corrientes: la española y la africana, la del conquistador y la del esclavo que al mismo tiempo que realizaba los trabajos más duros aportaba una cultura relacionada con cultos a dioses antiguos, representados en formas tribales de canto y danza.

A este universo mestizo de español y negro pertenece Nicolás Guillén, uno de los grandes poetas de la literatura hispanoamericana. Su búsqueda por integrar el lenguaje popular de lo que hoy llamamos la cultura de la negritud o de la tercera raíz, le permitió crear no sólo formas poéticas sino que otorgó al verso libre y al soneto una nueva sonoridad.

Nació el 10 de julio de 1902, hace exactamente un siglo, pero no sólo fue un siglo el que pasó por su vida, o por lo menos en 87 años de su historia, ya que murió el 17 de julio de 1989, sino los avatares de las dos grandes guerras, también las pequeñas, las que asolaron Cuba y a su natal Camagüey, en una de las cuales perdió a su padre, un liberal: artesano, periodista y senador. Contar que estudió derecho y otras rarezas no tiene caso, porque lo que importa es el hombre, el político, el periodista, pero sobre todo el poeta.

Exiliado no por convicción sino por intimación (la mayor parte de su vida transcurrió en cuatro de los continentes; América, Europa, Asia y Africa). México, tierra de refugios, fue uno de los primeros países que visitó cuando comenzó su peregrinaje en 1937. En 1961, regresaría para participar en un congreso de escritores mexicanos y encontrarse con el General Lázaro Cárdenas en Yucatán. Pero hasta ese momento Argentina, Brasil, Perú, Colombia, Uruguay, Chile, Venezuela y otros países amigos lo ayudaron a sobrevivir con sus trabajos periodísticos o con la publicación de su libro La paloma de vuelo popular por la Editorial Losada. En el viejo continente, París, Roma, Madrid, Praga y Moscú le aportarían la plataforma definitiva para convertirlo en autor de culto.

Guillén, criado en un mundo "de repeticiones de versos, frases y palabras, ritmos y cadencias" como dijera Fernando Ortiz, cuya imaginería popular está desbordada de misterios y magia, de sensualidad y desfachatez, lo fue plasmando en varios de sus poemarios, siendo el más conocido Sóngoro cosongo.

Los otros: El son entero, Motivos del son, Nuevos motivos y nuevos sones, Sones para turistas, Otros sones y sus motivos, y Más sones fueron reunidos...

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