Nicaragua: ¿elección consumada?

AutorEstefania Escobar

La gente prefiere no hablar de política, los medios emiten programas sobre el cáncer de mama y en las calles de Nicaragua se observan apenas unos cuantos rótulos con contenido político.

El silencio, el desánimo y la desesperanza embargan al país en una "misteriosa paz" a escasos días de las elecciones generales del 7 de noviembre, en las que el Presidente Daniel Ortega planea reelegirse para un cuarto mandato consecutivo sin ningún rival de peso.

"Debería estar activo y no hay nada, no se ve nada. Por las carreteras, la ciudad, las redes sociales, está apagado todo, la gente no está publicando nada; y entonces se siente que no estamos en elecciones", narra a REFORMA Juan López, un profesor universitario en Nicaragua que prefirió no identificarse con su nombre real por cuestiones de seguridad.

La situación, a decir del académico, responde a que el resultado ya está dado.

Desde principios de junio, el Gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) lanzó una ola represiva contra precandidatos de la Oposición que inició con el arresto domiciliario de Cristiana Chamorro, hija de la ex Presidenta Violeta Barrios de Chamorro, quien, de acuerdo con las encuestas, superaba con creces al Mandatario en apoyo popular.

Amparada en unas polémicas leyes aprobadas a fines de 2020, la Administración sandinista encarceló a Chamorro y a otros seis candidatos de la Oposición bajo cargos que incluyeron supuesto lavado de dinero, injerencia extranjera y traición a la patria. Dos aspirantes más tuvieron que exiliarse para no ser arrestados, lo que dejó vía libre al Presidente.

"Ya todo está prácticamente consumado: este noviembre, Daniel Ortega se reelegirá sin competencia", coincide con López Luis Fley, de la Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN), y uno de los precandidatos que tuvieron que dejar el país.

"Así que en Nicaragua se esperan tiempos difíciles", augura en entrevista el también ex comandante de la "Contra", un grupo que combatió contra el primer mandato de Ortega, en la década de los 80.

DE GUERRILLERO A DICTADOR

Aunque la Revolución que encabezó el Frente Sandinista logró acabar en 1979 con más de 40 años de dictadura somocista en el país -que, con el respaldo político de Estados Unidos, gobernaba la nación con mano de hierro-, hoy Ortega está repitiendo el mismo patrón.

Como coordinador de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (de 1979 a 1985) y como Presidente de la República (primero de 1985 a 1990 y luego de 2007 a la fecha), el líder sandinista acumula ya un cuarto de siglo en el poder.

La ruta que seguiría para atornillarse en la silla presidencial se vio venir después de perder la reelección contra Violeta Barrios de Chamorro, explica a REFORMA Marcela Morales, una socióloga nicaragüense que igualmente prefirió guardar su nombre real por miedo a represalias.

"El Frente aprendió muy bien la lección, y desde que perdió la elección (de 1990) se preparó para regresar al poder y para no abandonarlo (...), para asegurarse el triunfo y recurrir a todos los dispositivos del poder, legales e ilegales represivos, para ir eliminando a la Oposición, que es lo que más claramente se ve en esta coyuntura", enfatiza.

Sin suficiente respaldo popular, el sandinismo volvió a perder la elección de 1996 y luego la de 2001, pero conservó el control sobre el Poder Judicial, lo que le sirvió para negociar cambios a la Constitución con su supuesto rival político, el Presidente liberal Arnoldo Alemán, acusado de corrupción.

Una de las modificaciones del llamado "Pacto Alemán-Ortega" fue el reducir de 40 a 35 el porcentaje necesario para imponerse en primera vuelta, con lo que el sandinista finalmente pudo ganar la votación de 2006.

"Colocaron esa cantidad porque su base histórica es 38 por ciento, está comprobadísimo (...), es muy fácil entender lo que...

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