Una niñabien...mala / Remedios 'caseros'

Todo cambio de rutina conlleva reacciones físicas y emocionales y, luego de un par de meses de llevar una vida más sedentaria, pero con mucha actividad física, mi cuerpo comienza a resentir los estragos del dinamismo.

Hace un par de semanas, mi pie derecho estaba hinchado y adolorido. No logro pensar en algún motivo específico para lo anterior, pero el dolor había sido insoportable y me había impedido realizar mi vida diaria con normalidad. La intensidad de esa sensación era de total incomodidad, me tenía totalmente distraída.

Afortunadamente tengo amigos muy acomedidos que me han ayudado con diferentes tareas y hace un par de días uno de ellos me invitó a comer. Yo, tratando de mantenerme ocupada para olvidar el dolor, acepté.

Luego de un largo día de trabajo corrí (ajá) a mi departamento a bañarme y cambiarme para esperar al susodicho y, entre el dolor y las medicinas y toda la preparación para salir, lo más fácil para mi fue enfundarme en un vestidito vaporoso, usar unas zapatillas muy cómodas sin tacón para no forzar mi pie y listo, según yo ya no faltaba nada para salir a divertirme. El pequeño detalle que aún no carburaba mi distraída cabeza era que había olvidado ponerme ropa interior, entre la adrenalina del momento y la falta de atención provocada por el dolor y las pastillas que estaba tomando, salí de casa totalmente vulnerable a cualquier viento que osara soplar en el camino.

Me di cuenta en cuanto subí al automóvil de mi amigo, pero ya era demasiado tarde, él ya había arrancado y a mí me daba toda la pena del mundo confesar mi olvido, así que, con todas las precauciones del mundo continué con la cita aunque mi mente me mantuvo totalmente preocupada por aquel pequeño detalle de omisión.

Al principio, la conversación giró en relación a remedios caseros contra la inflamación y el dolor durante los primero minutos para luego ir cambiando de giro hacia algo más profundo y denso. Mal día eligió mi amigo para, entre una plática y otra, terminar declarándome su atracción hacia mí. Yo no tenía cabeza más que para estar cubriéndome para no flashear a los otros comensales al cruzar una pierna o al hacer algún movimiento repentino.

Por supuesto, aquella atracción yo ya la había detectado, pero me la había llevado con largas y vueltas cada vez que nuestros caminos se cruzaban, sin embargo, ante aquellos comentarios tan directos tuve que reaccionar y, luego de explicarle de una forma sutil que no estaba interesada en él ni emocional ni...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR