Una niña bien... mala / El Poder del Sexo

AutorMilah

El sábado pasado, uno de mis mejores amigos fue mi anfitrión para presentar mi primer libro titulado "El Poder del Sexo" en un evento swinger que tuvo de todo un poco.

Estuve preparando cada detalle desde hacía ya varias semanas y, aunque el evento era únicamente para parejas, decidí hacer un par de excepciones para algunos de mis seguidores de Twitter que vinieron de otros estados de la República exclusivamente para que les firmara mi libro ese día.

Poco a poco fueron llegando todos y me llevé una muy grata sorpresa cuando descubrí que dos de ellos lograron convencer a sus respectivas mujeres de acompañarlos y curiosear en aquel loco ambiente que era todo un tabú para los cuatro y, como la fiesta era temática, logré convencer a sus respectivas de enfundarse en un par de trajes de policía junto conmigo.

La fiesta comenzó y yo con mi micro trajecito de poli no paraba de saludar gente y de estar con mis amigos hasta que de pronto sentí como alguien me llegó por detrás, me tomó por la cintura, me jaló contra él y me volteó para preguntarme si me podía robar un beso.

-Eso no se pregunta, ¡un beso siempre se roba!

Y antes de que pudiera terminar mi frase, aquel hombre tapatío me tomó de la nuca y me quitó el aliento con un mega beso de antología.

La adrenalina del evento me tenía aceleradísima y yo necesitaba un desfogue urgente antes de explotar en crisis nerviosa, así que lo jalé hacia fuera y no paré hasta llegar a mi coche.

-Esto no puede quedar en un beso, así que sigue.

Como seguro ya lo han comprobado, tener sexo en un coche no es ni de lo más cómodo ni de lo más placentero, pero no tenía opción, el antro estaba a reventar y me urgía un poco de privacidad para explayarme sin límites, así que lo tumbé sobre el asiento de atrás y, aprovechando mi faldita, me senté sobre él, tan solo quité mi tanga, la amarré a mi muñeca y dejé que la pasión fluyera. Ambos estábamos que ardíamos y yo necesitaba un orgasmo urgente. Nuestras bocas no paraban de entrelazarse y sin más tomé el control sobre él y comencé a menearme hasta sentir cómo se me escapaba un grito interminable acompañado de un espasmo que al fin me dejó descansar y pensar con claridad.

-Ups, perdóname, se que tú todavía quieres más, pero tengo que regresar. Prometo compensarte más tarde.

Ya un poco más relajada regresé a la fiesta y comencé al fin con la tan prometida presentación de mi libro mientras repartían entre los asistentes la bebida especial de El Poder del Sexo que no era otra...

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