Una niña bien... mala / Un incómodo Milahmomento

La mayoría de mis relatos han girado siempre en torno a experiencias sensuales llenas de pasión, adrenalina, intensidad y mucho sexo, y cada Milahmomento narrado a través de mi medio escrito favorito, Periódico Metro, mi cómplice de difusión de todas mis aventuras más extasiantes y fascinantes, ha sido por demás caliente y placentero, sin embargo, este fin de semana me sucedió algo que nunca imaginé.

Todo comenzó hace un par de semanas, una tarde en la que me quedé de ver con un entrañable amigo, una de esas personas que siempre ha sido una especie de amor platónico y prohibido, y con la que nunca nos hemos atrevido a dar un paso más por temor a arruinar la profunda amistad, pero no cabe duda que estas fechas llenas de fiesta, brindis, calidez y cercanía provocan cosas inesperadas.

La comida fue deliciosa y nos pasamos platicando horas enteras sin darnos cuenta de lo tarde que ya era, así que para cuando terminamos ahí, decidimos ir a algún antro para terminar de relajar aquel encuentro y, para no hacérselas larga -hablo de la historia- ambos volteamos al mismo tiempo para decirnos alguna tontería y, sin querer, nuestras bocas se encontraron y no pudimos resistir ese momento de continuar unidos en pleno beso.

Sin lugar a dudas, ése fue en verdad un momento extraño para mí. No estaba muy segura de si yo lo había provocado o de si se había dado accidentalmente y ambos lo habíamos continuado. Fuera como fuera lo estaba disfrutando enormemente y moría de miedo de terminar con ese momento, pues no sabía lo que seguiría de su parte al separarnos.

Sorprendentemente, al parecer ambos llevábamos años aguantándonos las ganas y aquél solo fue el inicio de una noche llena de cachondeo y diversión.

Las cosas fueron subiendo de tono y para cuando ya ambos necesitábamos una culminación plena, era demasiado tarde, así que lo obligué a dejar su coche ahí y a acompañarme hasta mi casa para seguir un poco más, al menos hasta alcanzar un orgasmo inducido.

Desde el primer momento en el que estuvimos al fin solos en aquel espacio íntimo para nosotros dos, él introdujo su mano por debajo de mi vestido y comenzó a jugar con sus dedos todavía más profundamente.

Empapada y caliente, decidí meterme en alguna callecita para lanzarme sobre él y saciar mis antojos, así que me orillé, bajé una ventana para que no se notara el calor humano que generábamos y me senté sobre él para obligarlo a hacerme alcanzar un orgasmo de una vez por todas.

Por supuesto, yo no me iba a...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR