Una niña bien...mala / Galería de arte erótico

¡Hay pocas cosas tan excitantes como el sexo en público! Y más aún cuando quienes están a tu alrededor no se percatan de lo que ahí sucede.

Hacía varios años que no veía a un muy querido amigo con quien compartí mil y un aventuras mientras vivía y estudiaba al otro lado del charco y, ahora que ando de pata de perro, circunstancialmente nos topamos una vez más y por supuesto hicimos mancuerna como en antaño pero, a pesar de nuestros múltiples intentos por escaparnos y buscarnos un espacio para quitarnos las ganas, había sido imposible encontrar un espacio de privacidad, así que, luego de aceptar la invitación de una de nuestras amigas para ver una película a su casa junto con otros invitados, nos propusimos encontrar el momento ideal para saciar nuestros impulsos.

Sin embargo, la situación se complicaba cada vez más, pues todas las habitaciones se encontraban cerradas con llave y el único cuarto disponible era el estudio donde un futón bastante amplio nos servía de marco a todas las parejas que asistíamos dispuestas a disfrutar la función.

-¿Listos? ¿necesitan algo más?

Rápidamente, luego de percatarme de que todos estábamos acomodaditos como sardinas unos junto a otros en aquel sillón, de inmediato solicité una mantita con el supuesto pretexto de que tenía frío y mi amiga, toda una anfitriona, sacó del clóset un edredón que logró cubrirnos a todos de pies a cabeza y, aprovechando que mi amigo y yo estábamos en una de las esquinas, me puse de ladito y me acomodé de cucharita con él para comenzar a calentar motores.

Aquella película comenzó, las luces se esfumaron y la atención de todos se centraba en la pantalla mientras mi cadera comenzaba a moverse casi imperceptiblemente sobre la pelvis de aquel loco que me acompañaba.

Por supuesto, él de inmediato se encendió y comenzó a meter su manita por debajo de mi falda muy sutilmente acariciando y recorriendo mis piernas lentamente para dejarme sentir sus ansias por poseerme.

Mi cabeza no daba para poner atención en aquella película y mis ojos no podían mantenerse abiertos al sentir cómo aquel subía poco a poco hasta enredarse en mi tanga dejándome sentir dedo a dedo su indomable inquietud mientras que yo tenía que controlar mis ansias por emitir uno que otro gemidito de placer.

No puedo negar que aquella situación me excitaba mucho.

De vez en vez, a cada movimiento de cadera una que otra carita de las ahí presentes volteaba para percatarse de qué era lo que sucedía, pero nosotros, con la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR