Una niña bien... mala / Beso Francés

AutorMilah

Ya antes me había topado con un par de francesitos bastante kinky e intensos en alguna fiesta sexosa de esas que acostumbro, pero hace un par de semanas conocí una mujer súper sensual y muy alivianada que junto con su marido se pusieron a ligar en busca de un trío.

Yo les puse el ojo desde que los descubrí en aquel antro iniciando su noche de travesuras y dejé que corriera la velada a fin de descubrir cuál era exactamente su rollo.

No pasó mucho tiempo cuando descubrí que en realidad lo que aquellos dos querían era una mujer sola que estuviera con aquella francesa mientras su pareja admiraba el ardiente intercambio de caricias entre ellas, así que poco a poco me fui acercando hasta estar bailándole de frente con absoluto descaro a esa mujercita que me traía loca.

Entre el baile y la música, las dos comenzamos a calentarnos y nuestros movimientos eran cada vez más cercanos.

Ella, de vez en vez, se acercaba a su pareja y le plantaba un besito tierno mientras él le decía algo al oído que la hacía ruborizarse y para cuando regresaba a mi lado, me tomaba de la cintura y me jalaba cada vez más hacia ella hasta tenerme totalmente colgada de su cuello para aplicar mi estrategia.

Una vez las dos totalmente engarzadas y con nuestros cuerpos totalmente pegados, mis manos comenzaron un recorrido desde su suave rostro para ir gozando por absolutamente cada rincón de su delicada piel.

Nuestras caras casi pegadas permitían el roce de las bocas mientras con mis manos la exploraba hasta hacer erizar su piel y causar ansiedad por más acción a su voyerista esposo.

Desde luego, yo moría por estar con los dos, así que logré que ella lo fuera acercando a nosotras poco a poco hasta tenerlo justo en medio para cachondearlo con todo y, luego de un par de horas, arrimones y drinks, al fin los dos decidieron invitarme a su hotel.

El taxi de camino fue afrodisíaco. Ella y yo besándonos al fin mientras su esposo y el taxista nos veían por los espejos curiosos y emocionados.

Al percatarnos que éramos observadas, sin decir nada, las dos comenzamos a meter nuestras manos por debajo de nuestros vestiditos hasta el límite de nuestras tanguitas y, para qué mentirles, no pude resistir jugar con mis dedos entre sus piernas hasta tenerla muy húmeda.

Ya en el hotel, comenzamos a bailar mientras ahora sí nos tocábamos sin recato a la vez que aquél se ponía cómodo y relajado para ser parte expectante de la acción.

La fui acorralando hasta tenerla postrada sobre la cama para poder...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR