Nevadas épicas

AutorDolores González

A pesar de ser conocida por su caluroso clima, el invierno en Monterrey suele alcanzar temperaturas inferiores a los cero grados.

Bien dicen por ahí que si no te agrada el clima de Monterrey, vuelvas en 20 minutos.

La volatilidad es una de las características del invierno regio, pues es durante esta estación que las temperaturas suben y bajan la mayor cantidad de grados en el termómetro.

Según un reporte del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), la temperatura máxima de Monterrey en invierno puede ser de apenas 7 grados un día, para subir hasta 30 grados en la misma semana.

Estos cambios un poco extremos se deben en gran parte a la latitud de la Ciudad, que hace que las masas de aire frío sean inestables en la región.

El mismo reporte de la SMN, que muestra las temperaturas diarias de la Cuidad de 1951 al 2010, destaca que la temperatura más baja registrada corresponde al 25 de diciembre de 1983 con -7.5 grados.

Y aunque son contadas las ocasiones, Monterrey se ha vestido de blanco más de una vez.

"Hay una nevada fuerte que se tiene registrada en 1898 que provocó problemas de cosechas tardías", menciona Carlos González.

El presidente del Colegio de Cronistas e Historiadores de Nuevo León "Israel Cavazos Garza" resalta que son escasos los documentos en los que se menciona la caída de nieve o granizo en la Ciudad.

"Es hasta tiempos más recientes que hay fotografías y notas periodísticas", explica el cronista.

Ya entrado el siglo 20, en 1949, ocurrió una helada que dejó grandes daños en la flora regional, pues se "quemó" con el aguahielo que se generó al congelarse el rocío de la madrugada.

La agricultura regional se vio afectada por el frío nuevamente en febrero de 1961 y enero de 1962 con dos heladas que acabaron con las cosechas de la región citrícola del Estado.

La "gran nevada" de Monterrey ocurrió el 9 de enero de 1967, cuando algunas zonas de la Ciudad amanecieron con más de 50 centímetros de nieve, después de que ésta cayera durante ocho horas la noche anterior.

La no tan extrema temperatura de la mañana de -2 grados y el poco viento hizo posible que los regios disfrutaran el día haciendo monos de nieve y jugando a aventarse bolas de agua congelada.

"Fue un extraño fenómeno aparecido en el mundo veraniego del norte de México", comenta Armando Leal, presidente de la Asociación de Cronistas Municipales "José P. Saldaña", quien describe los paisajes de aquel día como algo hermoso.

Hasta ahora, 46 años después, no ha vuelto a ocurrir una...

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