“Neoliberalismo” y biodiversidad

Fecha de publicación21 Marzo 2019
AutorGabrielQuadri de la Torre

La 4T ha declarado la abolición del “neoliberalismo”. No sabemos exactamente lo que eso significa, aunque podríamos suponer que se decreta el fin de la economía de mercado, de la libertad económica, del libre comercio, de un Estado acotado, de finanzas públicas sanas y en orden, de una política monetaria rigurosa, de la autogestión y responsabilidad individual, de órganos reguladores autónomos, y también, de la participación del sector privado en sectores clave para la provisión de servicios y bienes públicos. Esto, además de una involución para reconstituir monopolios estatales y reanimar el intervencionismo del gobierno, así como la dispensa de subsidios masivos a diferentes actividades y franjas de la población. La condena de muerte y acta de defunción del “neoliberalismo”, al parecer, se acopla a la evocación y resurrección de políticas y visiones inherentes a los años más febriles del nacionalismo revolucionario, básicamente registrado en la década de los setenta del siglo pasado durante los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo. El lector podrá sacar sus propias conclusiones sobre las consecuencias de semejante regresión.

Lo que aquí deseo resaltar es la fiel reproducción que ha lanzado la 4T de prácticas y políticas de subvención agropecuaria que campearon durante aquella década, y que tenían el propósito de lograr la “autosuficiencia o soberanía alimentaria”, mismo que ha sido recogido en estos nuevos-viejos tiempos. Recordemos que fue en esos años cuando las tasas de deforestación y de destrucción de la biodiversidad y del capital natural de la nación alcanzaron niveles extraordinarios. Fue entonces, y en el contexto de una reforma agraria y reparto y liquidación del patrimonio territorial del Estado mexicano —delirantes— cuando en buena medida se culminó la eliminación de más de 95% de las selvas tropicales húmedas de nuestro país, de la mitad de nuestros bosques templados y selvas secas, así como de la mitad de nuestros desiertos naturales. Por fortuna, la deforestación se desaceleró de manera notable en el siglo XXI, pasando de casi medio millón de hectáreas anuales en los años setenta y ochenta del siglo pasado, a poco más de 50,000 en la actualidad. Los factores que lo explican son variados, pero tienen que ver con la transición forestal y demográfica, la migración a las ciudades de la población campesina y una urbanización creciente (componentes esenciales del desarrollo económico y la reducción de...

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