NEGRO Y CARGADO / Maldita FIFA

AutorJosé Israel Carranza

A principios de siglo, cuando tuvo lugar una de esas discusiones estériles, pero absorbentes que son necesarias para que la vida parezca tener sentido, la ciudad de Buenos Aires se vio invadida por miles de carteles anónimos que sólo decían, en grandes letras blancas sobre fondo negro, "Maldita FIFA".

La razón era que esa organización, con su arbitrariedad característica y la imposición brutal de todo su poderío mediático, había zanjado de golpe aquella discusión al decretar que el futbolista más grande de todos los tiempos había sido y sería por siempre Pelé, y no Maradona.

Al margen de cualquier razonamiento que pretendiera avalar aquel dictamen, una indignación telúrica sacudió entonces a la Ciudad de la Furia, y aquella marea de carteles fue, probablemente, una de las más vistosas manifestaciones de repudio a la poderosa y autoritaria y odiosa FIFA, fuente de tantas desazones y disgustos y desgracias para el mundo.

Mucho se ha dicho acerca de la realidad deplorable que dimana de la supeditación del futbol -un juego, un deporte- a colosales intereses monetarios que casi han llegado a pervertir del todo la organización de ligas y campeonatos y la existencia de equipos y jugadores y aficiones.

Quizá como reflejo de diversas formas de descomposición moral que privan en las sociedades contemporáneas, empezando por las más ricas, los movimientos de enormes capitales en torno al futbol acaban por inundar y romper casi cualesquiera otras razones de ser, y es así que hemos llegado al nefasto espejismo de que no es posible que el balón ruede sin que haya negocio.

Da la impresión de que la codicia y su hija monstruosa, la corrupción, tienen que presidir cada partido desde el palco principal y son no sólo invencibles, sino también insaciables. Para nuestra fortuna, a estas mismas horas, este domingo, hay unos niños felices, desinteresados de todo el aparatoso funcionamiento del "futbol asociación", jugando una cáscara en un terregal medianamente despejado, donde las porterías hay que imaginarlas alzándose desde unas piedras y en las tribunas invisibles se agolpan la alegría y la ilusión y con eso basta. Maldita FIFA.

Siempre que se trata de futbol me gusta recordar, lo he hecho en estas páginas varias veces, que el novelista Javier Marías lo celebraba como una recuperación de la infancia, y he hecho mía esa definición para evitarme problemas de una vez por todas y no caer ya en la tentación de defender esta querencia ante quienes...

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