Desde mi Ladera/ La negación de la cultura

AutorJuan López

Platicar con el señor arquitecto don Guillermo García Oropeza es un privilegio, pero, ser amigo de él es aun mayor gozo, por ser como es, don Guillermo, un amigo de óptima calidad; estar en compañía del señor arquitecto es disfrutar como disfruta el gambusino cuando después de buscar y de buscar por años y por más años en el desierto de la vida y hasta en el desierto de la muerte, encuentra, cuando menos lo esperaba, de pronto, una riquísima, inagotable e inagotada veta de oro.

Don Guillermo, a usted le consta, es un tesoro porque todo él es un caudal, perdón, una catarata de cualidades como arquitecto, como novelista, como ensayista, como extencionista de la historia, como cuentista, como editorialista, como periodista, como crítico, como maestro, como PLATIQUISTA, como conferencista, como impulsor y transmisor de la cultura, como cronista, como sarcastista, pero, sobre todo y más que todo, como amigo, pues, como tal no tiene tacha y sí tiene todos los méritos habidos y por haber.

Yo estoy seguro, que usted conoce, que usted ha leído y disfrutado los artículos, los libros, las cátedras, las PLATICAS, las risas y las carcajadas de don Guillermo; que usted ha sorprendido al señor arquitecto en los momentos en los que, por vez primera, escucha algo que le interesa o algo que le sorprende.

Don Guillermo es un esteticita desde siempre, la estética es uno de los fenómenos que más le han interesado y gustado, pero, se ha redondeado con las artes en general y con la historia como auxiliar, tanto es así, que si don Guillermo no hubiera nacido en Guadalajara, como nació el 25 de junio de 1937, como hijo único de don Benjamín García Mares y de doña María Refugio Oropeza Navarro, a él le hubiera gustado haber nacido en París; no nació en la antigua Lutecia, eso sí, le ha quedado el consuelo, que su señora madre y todas las señores bien nacidas de su circunstancia siempre le aseguraron, le han asegurado y seguramente le asegurarán, que él, don Guillermo, precisamente vino y fue traído de París.

Su parisofilia

El señor arquitecto padece una pronunciada parisofilia, pues afirma contundentemente, que de no vivir en esta nuestra Guadalajara, le gustaría vivir a la sombra de la catedral de Nuestra Señora, en el barrio latino, frente a la Sorbona y de perdida a un lado de el Molino Rojo, lugar parisino donde se baila el mejor cancán.

Siempre que se PLATICA con amigos y se llega al tema de cuál libro le hubiera gustado haber escrito, casi todos los interrogados contestan que el Quixote, por...

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