'Que la Navidad llegue aquí'

AutorAndro Aguilar

José Manuel Ortega pensó que iba a pasar la Navidad en su departamento del edificio 3A, en el Multifamiliar Tlalpan, pero la realidad y el tiempo rebasaron su expectativa.

"No me imaginé, pero bueno... Este árbol lo voy a poner aquí porque ésta ahorita es mi casa. Quiero tratar de que la Navidad llegue también aquí", dice mientras extiende una serie de focos alrededor de un árbol artificial, en el campamento de damnificados ubicado en las canchas de la unidad habitacional.

El hombre de 40 años aún no define dónde pasará la Nochebuena, pero no descarta hacerlo en el albergue.

Después de tres meses de convivir con sus vecinos, no exentos de conflictos, este campamento se ha convertido para él en una especie de familia.

Aquetzalli, una niña de 7 años de edad, se emociona y aplaude a su lado cuando ve que el campamento ya tendrá su árbol de Navidad.

Otros damnificados confiesan que tenían la esperanza de volver a sus casas antes de Navidad.

"En el fondo, uno sabe que aquí íbamos a estar", dice Nicte Ha Brito Becerril, madre de Aquetzalli y de un bebé de un año llamado Ramsés.

Lo más seguro, prevé la mujer de 37 años, es que pase ahí el 24 de diciembre.

En las canchas deportivas del Multifamiliar, donde se encuentra instalado el campamento "Norte", habitan 45 personas. En el campamento del Parque Popular IMPI, rondan los 50. En el Centro Comunitario Francisco I. Madero, viven 37 personas.

Los otros habitantes de los 500 departamentos que conformaban el Multifamiliar Tlalpan están con familiares, amigos, o alquilaron una vivienda.

La realidad rebasó también el presupuesto del gobierno capitalino, que previó dar apoyo con 3 mil pesos de renta a cada familia damnificada sólo durante los tres primeros meses.

Agotado ese plazo, los afectados del Multifamiliar se han convertido en una pieza central de la lucha por obtener una vivienda sin acceder a los créditos que contempla el Programa de Reconstrucción propuesto por el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera.

Para Felipe de Jesús Pérez Rangel, quien se fue a vivir con su hijo de 14 años de edad a la casa de sus suegros, el desgaste ha sido físico y emocional.

"Es muy difícil. Para no molestar, estoy todo el día en la calle. No tener a dónde llegar, no poder hacer lo que estás acostumbrado: ver una película, recostarte en el sofá, cosas sencillas".

El hombre de 60 años, jubilado del IMSS y representante del edifico 2C, reconoce que el tiempo ya hizo mella entre los vecinos.

"Cada cabeza es un mundo y...

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