Mexicar/ Navidad alcoholizada

AutorEnrique Canales

Son tantos los anuncios y tantas las provocaciones de beber alcohol durante estas fiestas que conviene vigilarnos para no morir ni matar estando alcoholizados. No lo hago por moralista, lo hago por higiene corporal y mental, tal vez escribo esto para incitarme a beber con moderación durante estos días y protegerme hasta el año nuevo.

A mí me gusta el vino, me gusta el ron, el whisky, el oporto, la cerveza oscura y como mi garganta pasó por todos los estratos sociales, ni siquiera distingo entre un tequila corriente y uno fino. Para todo mal mezcal y para todo bien también. Afortunadamente todavía no bebo solo, pero, eso sí; en las fiestas busco algo de alcohol y una discusión acalorada, es todo. Disfruto del alcohol y no me arrepiento de ninguna trasnochada. Pero hasta ahorita he corrido con suerte; muchos compañeros he perdido disueltos en el alcohol.

No proclamo acabar con el alcohol, al contrario, ojalá todos podamos beber más; bebiendo mejor. Que yo sepa, no se dan clases para aprender a beber bien desde preparatoria, deberíamos abrir las universidades a este tipo de enseñanzas necesarias para la vida. Un sacerdote bohemio fue el que me recomendó tomar un vaso de agua por cada copa de vino tinto para que la resaca no apareciera. Magnífico consejo. "Dios mío, yo sé que bebiendo te ofendo, pero con la cruda tú me sales debiendo", solía decir papá.

Debemos honrar el primer milagro de Jesús de Nazaret. Con un amigo jesuita que moraba en Parras, Coahuila, hice unos cálculos de la cantidad de vino que en un instante creó Jesucristo. Recordemos que en las bodas de Caná, la Virgen María se queja ante su hijo Jesús diciéndole que ya se les había acabado el vino y se tenía que acabar la fiesta. Desde el principio de todas las historias hemos desarrollado esa extraña costumbre de ligar el alcohol con la alegría.

Entonces, para que el ambiente no decayera, Jesús mandó traer seis jarrones de 60 litros cada uno, dando un total de 360 litros que, si consideramos a las botellas actuales de 750 ml, nos darían 480 botellas. ¿40 cajas? Mi amigo jesuita justificó el hecho diciendo que el pueblo de Caná era muy pequeño y que se acostumbraba invitar a todos. No le hace, a mí se me hacen muchas botellas de vino, pues en las bodas actuales más fastuosas de cualquier pueblo, después de estar bebiendo, nadie se echa 480 botellas adicionales. El vino ha de haber estado delicioso utilizando alta tecnología celestial.

Tanto los españoles como los indígenas de...

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