La naturaleza, a tus órdenes

AutorCarmen González

LOS CABOS, Baja California Sur.- El azul del cielo compite con las tonalidades del mar, mientras que el desierto se baña al atardecer con los colores cálidos que emiten los últimos rayos del Sol. Estos paisajes son el escenario perfecto para que los viajeros realicen deportes de aventura por cielo, mar y tierra,.

Carrera contra el Sol

En Los Cabos la naturaleza reina y, en una carrera para captar la puesta de Sol desde un punto privilegiado, queda de manifiesto la belleza de sus paisajes.

Los programas del rancho Carisuva, ubicado en la zona de Migriño, te ayudan a llegar hasta el mejor mirador, a la hora exacta, justo para presenciar la puesta, aunque los recorridos por este árido territorio están disponibles en tres horarios: 9:00, 12:30 y 15:30 horas.

En el rancho se encuentran cuatrimotos y carros tipo jeep dispuestos para el viajero. El guía reparte cascos, visores y pañuelos. Después, cada aventurero monta un vehículo y sale en caravana rumbo al mirador.

De pronto, el recorrido se convierte en una loca carrera contra el Sol, para llegar al mirador antes de que se oculte. Paralelo a la ruta de los expedicionarios está el mar, que se agita contra las formaciones rocosas que sobresalen en la playa, a ratos tranquilo, a ratos violento.

En un punto, el camino cambia abruptamente y se torna en subidas arriscadas en las que los motores tienen que rugir al máximo. Para ese momento los viajeros comprenden la utilidad del equipo de seguridad que llevan puesto: el polvo del desierto los hace presa y será su compañero constante.

Por fin llegan a la meta. Dejan motos y carros estacionados para tomar un lugar y observar con calma el gran espectáculo del atardecer.

El Sol se esconde lentamente tras el horizonte, que dibuja el confín del mar. El cielo se pinta por diversos tonos rojos y las nubes, hechas jirones, forman un remolino por encima de sus cabezas.

Con el rocío del mar

Las carreras de velero, en el Mar de Cortés, son una experiencia intensa. No se requieren conocimientos previos para participar, pues los guías son veleristas profesionales; sólo hay que seguir sus indicaciones.

Las aguas se revuelven, explotan en espuma blanca, y las gotas saladas llegan hasta el rostro. El viajero está muy lejos de tener un paseo en el que contemple los alrededores.

Jóvenes musculosos de piel bronceada, playera azul, lentes oscuros y tenis acompañan a los aventureros y explican lo que hay que hacer: ocuparse de los cuatro timones para desplegar y mover las...

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