Son narcocorridos un espejo social

Afirman que temas reflejan la realidad social y censurarlos no frenará la violencia; indican que la narcocultura surge cuando los ciudadanos empiezan a ver el tráfico de estupefacientes como opción económica viable

Fue en un carro de la Chrysler, / un automóvil 300, / se subieron Chuy y Mauricio / felices y muy contentos. / Cómo iban a imaginarse / que los bajarían ya muertos. / Fueron 400 libras de mota / que habían soltado, / jugaban con el destino, / miren cómo les pagaron, / le dieron raite al contrario, / y les pagó con balazos.

Éstas son líneas de "Chuy y Mauricio", un corrido, de los más famosos en los últimos años, basado en la historia aparentemente verídica de dos jóvenes migrantes asesinados en el 2003, en California.

A diferencia de las letras que caracterizan a este género popular de larga tradición en México, en las que hay peleas, traición y violencia, o amistad, admiración y heroísmo, en la canción de Los Canelos de Durango se incrusta el narcotráfico, un tema cotidiano y preocupante para los mexicanos hoy en día.

Es el narcocorrido, expresión cultural que desde los 80 se ha topado con el intento de censura o prohibición y que, sin embargo, ha logrado sobrevivir y ahora quizá hasta con más popularidad.

La medida más reciente contra este subgénero musical fue hace días, cuando el Gobierno de Sinaloa modificó su Reglamento de Alcoholes para negar las licencias a antros y bares que reproduzcan esta música o sus videos.

El Secretario de Gobernación federal, Francisco Blake, apoyó esta acción al señalarla como una manera de recuperar la paz nacional.

Suena lógico al tomar en cuenta que el narcocorrido ha subido de tono. El llamado Movimiento Alterado, que integran solistas y grupos musicales, rinde con sus temas una especie de culto a la forma de vida y acciones violentas del crimen organizado.

Pero las prohibiciones no frenan y mucho menos atacan la violencia social, coinciden estudiosos de los corridos.

La raíz de este desorden tiene como raíz la falta de oportunidades laborales y educativas, así como la corrupción y la impunidad.

Los narcocorridos son sólo un mero espejo de la realidad. Reflejan una sociedad a la que se le han cerrado todas las puertas, señalan expertos.

"Lo que vemos con estas disposiciones es el intento de golpear a la sombra, pero dejar incólume las condiciones que posibilitan el funcionamiento del narcotráfico", expresa a METRO el sociólogo José Manuel Valenzuela, autor del libro Jefe de Jefes. Corridos y...

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