De narco a próspero empresario de la mota

José Antonio GurreaDENVER, EU., febrero 2 (EL UNIVERSAL).- “¡Hi, bro, bienvenido a la capital de la mota!”, suelta Joel Camarena con contagioso entusiasmo apenas traspaso la puerta de Cronic Life (así sin hache), el negocio donde este chihuahuense de 40 años oferta diversos artículos referentes al mundo de la marihuana, como pipas de agua y papel para forjar, además, publica una revista especializada donde promueve la legalización de esta droga a nivel nacional (Cronic).

El lugar es además un punto de partida de los tours del Rollin Joint, el autobús de su propiedad donde la gente puede consumir la yerba sin restricción alguna.

Tras su inicial gesto de cortesía, Joel se acerca y me brinda una especie de saludo ritual, muy de gang (pandilla), en el cual, uno a la vez, roza sus hombros contra los míos. Después, me dice que tome asiento, saca una gran bolsa de cannabis y, sin más, comienza a forjar un toque mientras me invita a iniciar la entrevista.

Frente a la cámara y a la grabadora, Joel se mueve a sus anchas. Sin perder en ningún momento el buen humor; obedece sin chistar las indicaciones del fotógrafo, quien lo pone a posar lo mismo afuera de su negocio, que junto a su autobús; con su cigarro de mariguana entre los dedos, o mostrando el más reciente número de su magazine.

Al ver ahí a este calvo prematuro con ligera facha de rapero, gorra de beisbolista y colorados ojos de rendija, uno trata de visualizar la época en que recorría el desierto como narcotraficante de marihuana, a finales del siglo pasado y principios de éste.

“Comencé a vender marihuana cuando vivía en Puerto Palomas, Chihuahua. Era 1988 y sólo tenía 13 años de edad. Le robaba la droga a mi tío, un dealer de la zona, y la vendía en Columbus, la ciudad gringa que invadió Pancho Villa. Esos fueron mis inicios”, me confía Joel Camarena con un dejo de orgullo.

—¿Cómo pasabas la marihuana?

—En un camión de pasajeros que cruzaba la frontera todos los días. Sabía que un día a la semana no revisaban el camión, y yo lo aprovechaba para llevar mi regalito.

Joel llegó a Denver a principios de los 90, donde se empezó a involucrar con pandillas y a expandir el negocio.“Comencé a pasar grandes cantidades de yerba en vehículos propios. Tenía gente en Juárez y en Denver trabajando para mí. De 1996 a 2001 llegué a pasar hasta dos toneladas mensuales de mota.

Le tuve que parar porque en 2001 me detuvo la policía gringa con un gran cargamento. Estaba en el tanque de la gasolina. Estuve tres...

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