La nación latina y la confederación itálica

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DERECHO
PÚBLICO
ROMANO
CAPÍTULO
VIII
LA
NACIÓN
LATINA
Y
LA
CONFEDERACIÓN
El
pueblo
de
Roma
es
una
·
parte
del
nombre
latino
(nomen
Latinum),
uno
de
los grupos armados
(popuU)
urbanos,
en
los
que
se fraccionó, como
toda
otra
nación
heleno-itálica,
la
nación
viviente
de
los
Latinos,
unida
por
comunidad
de
lengua
y costumbres, y
en
los
más
remotos tiempos
en
alto
grado
indivisible.
La
intensi-
dad
y
la
eternidad
que corresponden, desde
el
punto de
vista
político, á
esta
congregación de nacionales van
mucho más lejos de_
la
eufemística
perpetuidad
del con-
trato
ó pacto político y
tienen
por base
la
indestructibili-
dad
de
la
relación
entre
la
nación y sus miembros com-
ponentes.
Ciertamente,
no desconoció
Roma
esta
situa-
ción de cosas
en
las
arrogantes
leyendas acerca de su
origen.
Por
eso es por lo que
la
comunidad
romana
e:ds-
te
por
misma, es
autóctona,
creada
por
el
hijo
de
un
Dios sin padre
terrenal,
por
hombres
sin
patria
y muje-
res robadas, sin pacto con
ninguna
otra
comunidad, en
guerra
con todas
las
vecinas, sobre
la
nación
latina,
la
cual se
presenta
también
aquí
como
una
unidad
cerrada
'
~EODORO
·MOÍIIMSEN 99
que
llega á conseguir
la
hegemonía median.te sus · victo-
rias
militares.
Pero
no erraremos si en
esta
situación
ignorada
y
guerrera
de
la
naéionalidad
latina,
que
in-
cluye
dentro
de á Roma, vemos un modelo de
aquel
estado
de cosas que los victoriosos romanos establecieron
después de
la
disolución de
la
confederación
latina,
á,
principios del siglo V de
la
ciudad, y por consiguiente,
no incurriremos
en
error
considerando que
Roma
fue
en
.
sus
orígenes
una
ciudad de
la
confederación
latina.
Las
primitivas organizaciones del nombre
latino
~es-
aparecieron, y no nos es posible decir cuál fuese
la
in-
dependencia que correspondiera á cada
una
de
las
comu-
nidades que lo componían, cuál
la
competencia de la
eonfederación y cuáles los derechos especiales de
la
poten-
da
superior. De
la
tradición puede deducirse que hubo
p..
na
comunidad directora de
la
confederación, y que
ésta
,c
omuñidad no fue en
un
principio Roma, sino Alba;
pero
difícilmente fue
esta
preeminencia
otra
cqsa que
una
superioridad honorífica, consistente en que las fiestas de
Ia confederación se celebraran anualmente
en
el monte
.Albano.
Pare
ce
que
la
confederación, como
tal,
tuvo
la
misma organización y
la
misma competencia que cada
una
de las comunidades que
la
componían,
por
tanto,
una
magistratura
permanente
y
una
Asamblea análoga
á los Comicios;
la
declaración de
la
guerra
y
la
celebra-
ción de
la
paz correspondía ti nto á cada
una
de las co-
munidades como á la confederación de ellas.
La
admi~
nistración
y manejo de
las
relaciones pacífic~s
entre
las
'comunidades confederadas, relaciones que
:p.o
pueden
haber
faltado del todo,
aun
cuando difícilmente
dejaría
.
,de
haber
entre
ellas
guerra,
y
la
admisión de nuevas
.comunidades en
la
confederación son cosas que sólo á
,órganos de
ésta
pudieron hallarse
confiadas.-La
presi-
dencia en las fiestas federales parece
que
hubo de corres-

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