Nacidos para morir

AutorJonás López

Vitoreados, aplaudidos y en algunas ocasiones hasta llorados, los gallos de pelea que llegan a ser considerados héroes por ganar para la gente miles de pesos en las apuestas de los palenques, terminan su existencia en un bote de la basura.

Es la penúltima semana de marzo en el Torneo de Gallos Tres Marías, Morelos 2011 de la fiesta de San José. Un giro y un colorado se destrozan a navajazos, aletean y patean con coraje, sus plumas se desprenden y vuelan frente a los asistentes.

El colorado vuela y entierra la navaja en la pechuga del giro. Herido de muerte, el ejemplar de plumas amarillas y negras corre por su vida, su rival lo persigue, pero el perdedor cae sin vida luego de derramar un hilo de sangre en el redondel.

El gallo vencedor también está mal herido y su cadáver termina como las otras aves, en un tambo metálico para basura.

Aunque es un modesto torneo, hay galleros de municipios del estado de Morelos, y de las delegaciones Tlalpan, Magdalena Contreras, Xochimilco y Coyoacán. Las apuestas van de los 50 hasta los 500 pesos, donde la inscripción por partido es de 3 mil pesos.

Los galleros cuentan que en las grandes ferias como la de San Marcos o la de León, la inscripción por equipo cuesta hasta 200 mil pesos y hay al menos 50 peleas.

En el DF las peleas de gallos están prohibidas, pero en otros estados, la Secretaría de Gobernación emite una autorización para realizar peleas de gallos en ferias avaladas por la Dirección de Juegos y Sorteos de esa dependencia.

El permiso más caro para realizar peleas de gallos cuesta 28 mil pesos, según la página de internet de Segob.

Los soltadores "encargados de liberar a los animales en la pelea- toman a sus aves, les escupen la cara, muerden sus cabezas y les arrancan plumas del cuello para provocarlos y enardecerlos.

El objetivo de esta técnica es que el gallo que se encuentra agotado se enfurezca y recobre fuerza."Luego de unos minutos los gallos se cansan o se están desangrando por lo que están débiles, entonces hay que escupirles agua, cerveza o tequila, morderlos o arrancarles plumas para despertarlos, reanimarlos y que vuelvan a pelear, explica Luis, un soltador.

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