Myriam Vachez / El ejemplo tunecino

AutorMyriam Vachez

Un joven, que era tan preparado y diplomado como pobre y desempleado, se inmoló por el fuego en Túnez, en diciembre, en un gesto terrible que resultó ser el detonador de la serie de protestas violentas que culminaron hace unos días con la huida -porque realmente eso fue- del presidente Zine el Abidine Ben Ali.

Ben Ali encarnaba exactamente al líder con el que Occidente sueña cuando se trata de dirigir un país musulmán: con altos estudios realizados en París, moderno, progresista, garante de estabilidad política y, lo más importante, una barrera perfectamente eficaz contra el islamismo.

Si a cambio de eso el interesado lesionaba los derechos humanos de sus ciudadanos e imponía modificaciones constitucionales para acabar eternizándose en el poder, pues bien, se podía cerrar los ojos: Tunicia era un país próspero, desarrollado, con grandes universidades, un maravilloso lugar para invertir con seguridad. Veinticinco años en el poder, de un Presidente que llegó al mismo deponiendo bruscamente a su predecesor (un dictador que, tras lograr la independencia de Tunicia, se convirtió en Presidente de por vida), argumentando motivos de senilidad, a nadie le pesaban mientras la economía avanzaba.

A nadie fuera de la República Tunecina y a muy pocos dentro del país, pero llegó la crisis económica, la inmolación del joven desempleado, las manifestaciones callejeras con saldo rojo y la huida del dictador, y hoy toda la prensa internacional habla de la grandeza de los tunecinos y de los horrores cometidos por Ben Ali.

No es que dude de ellos, sin duda los hubo y muchos, pero es impresionante la cantidad de veces en que Occidente ha cerrado los ojos, por años, ante hechos inaceptables. Si la democracia es lo primero que Occidente defiende y preconiza, entonces, ¿cómo acepta dictadores? ¿Cuántos años dejó a Sadam Hussein cometer los peores horrores sin reaccionar? Y cuando reaccionó, no lo hizo obviamente por las buenas razones, sino porque, supuestamente, Iraq tenía armas de destrucción masiva.

En fin, volviendo a Túnez, hay algunos que están observando con los ojos bien abiertos y la mayor atención, el desarrollo de los acontecimientos. Me refiero a todos sus vecinos, a los ciudadanos de países árabes de alrededor que aún viven bajo dictaduras arcaicas, y a aquellos...

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