Myriam Vachez / Desequilibrados

AutorMyriam Vachez

De desequilibrados y libertades

Somos muchos y gozamos, por fortuna, de muchas libertades. Somos muchos, y entre esos muchos hay miles de desequilibrados que, por lo menos hasta ser diagnosticados y encerrados o médicamente tratados, tienen las mismas libertades que cualquiera.

Libertad de movimiento, libertad de visitar lo que gusten visitar, de entrar a donde quieran entrar. ¿Cómo distinguir entre los miles de visitantes al desequilibrado que va a prenderle fuego a las sotanas expuestas en la sacristía de la Sagrada Familia, provocando un incendio en ese edificio en construcción desde hace 128 años, ícono de Barcelona, joya arquitectónica con sus ocho campanarios y su estilo único, como lo es todo lo de Gaudí?

De libertades y fanáticos

Entre todas las libertades que tenemos se incluye, por supuesto, pero por supuesto, la libertad de expresión y de creación. ¿Pero qué pasa cuando esta libertad le parece insultante a un grupo importante (unos mil millones) de personas? En Avignon se presentó una exposición fotográfica del artista neoyorquino Andrés Serrano, que muchos católicos consideran sumamente blasfematoria, al grado que unos visitantes indignados, armados de martillo y picahielo, intentaron destruir dos de las obras; y que las amenazas de muerte al personal de la galería, al coleccionista y al artista -si se atreve a aparecer por ahí- se multiplican.

Esto prueba que el fanatismo está a la orden del día. No voy a volver sobre las muchas ocasiones en que una exposición (y esta en particular), una película, un libro, una caricatura, indignan a los que profesan una religión; ya sabemos lo que pasa en esos casos. Lo que me parece interesante es el debate que se suscita siempre sobre si pueden existir límites a la libertad de expresión y de creación.

Se podría pensar que estos límites, como es el caso para cualquiera de nuestras libertades, se encuentran exactamente donde empieza la libertad de los otros; que mientras no invadamos la libertad de los demás, somos totalmente libres. Sin embargo, este concepto no puede ser aplicado tan sencillamente en el caso de la libertad de creación y de las ofensas que ésta puede provocar.

La libertad de creación es o no es, y no puede detenerse a pensar en aquellos a quienes va a ofender, porque entonces deja de ser. Ese es al menos el principio sobre el cual se basa el asunto. Probablemente lo único válido aquí sea...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR