Myriam Vachez / Cruzada por el laicismo

AutorMyriam Vachez

El éxito que tuvo la semana pasada en nuestra ciudad el Diálogo Multicultural Universal, organizado por Carpe Diem Interfé, demostró el interés que mucha gente tiene por estas cuestiones que nos atañen a todos: conocer las diversas creencias y culturas, para respetarnos unos a los otros y valorar lo que tenemos en común por sobre lo que nos separa.

Tan es universal este interés y tan es un tema de actualidad que, casi al mismo tiempo, pero muy lejos de aquí, en Francia, el actual Ministro de Educación Pública declaró que, en su opinión, "existe una moral común que se impone a la diversidad de convicciones religiosas y no debe herir ninguna conciencia, ningún compromiso privado ni de orden religioso ni de orden político". Lo anterior, para explicar su decisión de instaurar en las escuelas públicas nada menos que clases de "moral laica".

"No dije civismo, sino exactamente moral laica", puntualizó el Ministro, "es algo mucho más amplio que el simple civismo ya que se trata de la construcción del ciudadano con, ciertamente, el conocimiento de las reglas que rigen a una sociedad, del derecho, del funcionamiento de la democracia, pero que incluye también todas las preguntas que uno se hace sobre el sentido de la existencia humana, la relación consigo mismo y con los demás, lo que hace que una vida sea feliz y buena".

Es evidente que en las escuelas públicas europeas en general y francesas en particular, la convivencia entre niños y jóvenes de creencias, costumbres y razas distintas es constante, pero desgraciadamente, en lugar de ayudar a fomentar el respeto y la aceptación, parece que fomenta el racismo y la discriminación. A ello se suma en los últimos años, la grosería, la demostración de falta de límites, los insultos y agresiones casi cotidianos a los profesores y a alumnos. Por ello esa necesidad crucial y urgente, según el Ministro, de impartir esas clases de moral laica: si estos temas no se tratan debidamente, no se reflexionan y no se enseñan en la escuela, entonces serán tratados en otro lado, por mercaderes e integristas de todo tipo.

Anticipándose a las críticas que sin duda va a provocar su iniciativa, explicó que no hay que confundir tampoco la "moral laica" con el "orden moral". De hecho es exactamente lo contrario a cualquier imposición de algún orden moral, puesto que el punto de partida del laicismo es el respeto absoluto de la libertad de consciencia. La meta de la clase de moral laica sería entonces permitir, gracias al...

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