Myriam Vachez / Aires de Guerra Fría

AutorMyriam Vachez

Como novela de John Le Carré entregada por capítulos, las últimas noticias venidas del Este nos hablan sucesivamente de espionaje, contraespionaje, agentes dobles, ex espía envenenado por polonio vertido en su británico té de las seis de la tarde, rechazo ruso de extraditar al sospechoso y consiguiente expulsión de diplomáticos de ambos lados. No puede faltar, por supuesto, el obligado telón de fondo, el escenario indispensable para ambientar: escudos antimisiles, intercambio de amenazas, denuncia de los tratados, retiro unilateral de los mismos.

Todo esto nos trae reminiscencias de tiempos que creíamos enterrados para siempre. Pero, como dice el Presidente ruso, "la Guerra Fría dejó tras de sí municiones que aún no han explotado". Tanto entre Gran Bretaña y Rusia como entre esta nación y los Estados Unidos, la tensión no deja de subir desde hace unos meses. Una situación lleva a otra, un problema termina en otro y vientos fríos de discordia atraviesan el hemisferio norte, desde Washington hasta Moscú, provocando a su paso escalofríos a toda Europa.

¿Estoy dramatizando? Sí, por supuesto. Exactamente en la misma medida en que lo hacen los diversos protagonistas. El Presidente Vladimir Putin empezó su dramatización cuando se refirió al escudo antimisiles de los Estados Unidos. Aunque sabe perfectamente que no es destinado a Rusia, se siente tan ofendido por su simple presencia que actúa como si estuvieran apuntando a su país y engarza amenazas y bravuconadas en un rosario de perlas más agresivas una que otra. Lo que empezó siendo una simple protesta se ha convertido en franco desafío: "Ahora los misiles rusos deberán apuntar a países europeos", dijo, refiriéndose a Polonia y a República Checa, futuros sitios de instalación del escudo estadounidense.

Pero los Estados Unidos no se quedan atrás: la función de dicho escudo antimisiles sería la de proteger a Europa de posibles armas de destrucción masiva provenientes del Medio Oriente. ¡Hágame usted el favor! Con razón se enoja el Presidente Putin.

Lo cierto es que el Mandatario ruso ha ido de enojo en enojo desde hace ya varios años. Por obra de Europa y de los Estados Unidos, Rusia se ha visto cada vez más acorralada, más obligada a reducir su zona de influencia -si es que todavía se le puede considerar alguna- y a replegarse dentro de sus fronteras. Inadmisible para un país que antes era el "otro" bloque, el que mantenía a raya a los Estados Unidos, y para un Presidente que de joven vivió esa...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR