Myriam Vachez / La delirante imaginación de los 'complotistas'

AutorMyriam Vachez

Sinceramente, no pensaba volver a escribir esta semana sobre el décimo aniversario de los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001, pero escuché en la radio algunas entrevistas a estadounidenses radicados en nuestro País, a quienes se les pedía su opinión sobre el 11S y sus comentarios me incitaron a hablar de nuevo del tema.

Varios de ellos fueron sumamente críticos hacia el Gobierno de los Estados Unidos, pero lo que me sorprendió fue que muchos se deleitaban (literalmente) esgrimiendo argumentos, supuestamente irrebatibles, para sostener la famosísima teoría del complot que desde el primer momento y hasta el día de hoy se ha ido desarrollando en los más diversos sentidos y adquirido todos los tintes posibles.

Uno de los entrevistados de plano pasó los límites de lo absurdo: como todos los conspiracionistas, se declaró convencido de que la explicación oficial era una mentira y que todo había sido un montaje perfectamente planeado por el Gobierno de Bush, pero además, transformando convenientemente las consecuencias del 11S en causas del mismo.

Aseguró que los fines de este montaje eran justificar las guerras de Afganistán e Iraq destinadas a seguir dominando el mundo; y reducir drásticamente las libertades individuales. De aseveración en aseveración, acabó acusando al Gobierno de EU (el de Bush y el de Obama) de tener a su gente prácticamente encarcelada y de estar implantando un régimen fascista al lado del cual la Alemania nazi queda como un modelo de moderación, libertad y democracia.

A medida que avanzaba la entrevista, iba creciendo mi sorpresa, no por las declaraciones del entrevistado (al fin y al cabo, en 10 años hemos escuchado decenas de variaciones de la teoría del complot, desde las más burdas, como ésta, hasta las más imaginativas), sino porque la radiodifusora estaba transmitiendo íntegramente una entrevista que era, cuando menos, un atentado a la inteligencia del auditorio, un insulto a los Estados Unidos, cuyos gobernantes sucesivos aparecen como unos seres cínicos y malignos; y, por encima de todo, una falta de respeto a las víctimas de los atentados.

Con sus "pruebas" y "demostraciones científicas", haciendo caso omiso de los testimonios de decenas de personas que vieron los aviones...

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