'Los museos conservan lo que trasciende'

AutorErika P. Bucio

Ery Camara (Dakar, 1953) llegó a México en septiembre de 1975 con un diccionario francés-español que leyó en el vuelo desde Senegal y una imagen del País tomada de los westerns de Hollywood.

Estaba aquí por un intercambio del Gobierno con el ministerio de Cultura de su nación, en el marco de una visita del Presidente Luis Echeverría a Dakar. En el grupo iba el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, quien proyectaba allá, con el aval de la UNESCO, el Museo de las Civilizaciones Negras.

Camara era uno de los dos estudiantes senegaleses elegidos por el Instituto Nacional de Arte para venir a México a formarse en restauración y conservación del patrimonio cultural mientras se construía dicho recinto, bajo apoyo del Mandatario del país, Léopold Sédar Senghor.

Al cabo de dos meses y medio de clases de español en la UAM Azcapotzalco y de pasearse por la Zona Rosa, ya dominaba el español, además del francés, lengua oficial de Senegal; el mandingo, hablado en casa, y el inglés, que aprendió por sus estudios.

Si le impresionaron las imágenes de Teotihuacán vistas en revistas como Connaissance des Arts, llegar a la zona arqueológica en el Estado de México fue una culminación, como también lo fascinó la arquitectura maya de Chichén Itzá.

Sentado en la terraza del Museo Kaluz, frente a la Alameda, de donde es curador, Camara comparte cómo nació su interés por el arte: desde niño le gustaba dibujar y, después, empezó a pintar. Incluso, en Senegal llegó a exhibir su trabajo. Pero el gusto también le viene de sus abuelos, que fueron orfebres y herreros. "Siempre veías una manifestación artística en su casa", dice en entrevista.

Ya en México, recuerda su primer encuentro con Fernando Gamboa cuando era director del Museo de Arte Moderno (MAM); preparaba una exposición de un pintor francés que Camara había conocido en Senegal: Pierre Soulages. Estaban en pleno montaje, recuerda, cuando acudió al MAM y, al entrar, el artista lo reconoció y lo presentó con museógrafo mexicano, quien a partir de entonces le abrió las puertas del recinto.

"Era una llave abierta para mí porque, efectivamente, cada vez que había exposición, iba con él; le fascinaba escuchar mis impresiones y yo aprendía mucho de él".

Así conoció a muchos de los colaboradores de Gamboa, entre ellos a Felipe Lacouture, su profesor en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía.

Allí estaba becado con miras a la proyección del Museo de las Civilizaciones Negras de Dakar, pero al cabo de...

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