Museo itinerante

AutorRoberto Zamarripa

Crónica: Enrique Peña Nieto bajó tres escalones y encontró de frente a la fuerza viva del priismo. De las butacas del auditorio "Plutarco Elías Calles", en la sede nacional del PRI, tronaban los aplausos y los vítores, "se ve, se siente, Enrique Presidente", y el aclamado alzaba los brazos a la vieja usanza, a media altura, con las palmas viendo a sus ojos agitándolos suavemente como si cargara un arcón de Navidad y le sacudiera el polvo.

Recién había recibido su constancia de registro de inscripción como precandidato del PRI a la Presidencia de la República y no obstante lo preliminar del trámite, aquello parecía el ungimiento del Tlatoani.

Ignacio Pichardo, presidente del PRI en la última campaña victoriosa del priismo por la Presidencia de la República, hace 16 años, fue el primero en estrechar la mano del prerregistrado. Después César Camacho, el Gobernador más joven del Estado de México.

Luego el sello de la casa: Peña se topó con Arturo Montiel, a quien le dio una palmada en el antebrazo izquierdo como se saluda a los amigos y a los cómplices. Arturo Montiel, de traje gris, gris rata, como su cabello teñido con timidez para disimular las canas; gris como su trayectoria, gris todo, pero en ese momento del saludo afectuoso de su pupilo, es reivindicado como el talismán de la fiesta.

Se trata del registro del primer mexiquense con más posibilidades de llegar a la Presidencia de la República en el último medio siglo.

Ni Carlos Hank, quien nunca pudo por el artículo 82, ni Alfredo del Mazo, eliminado en la liguilla por Carlos Salinas, ni el mismísimo Montiel, derrumbado con un obús de "fuego amigo" que le sacó sus malas cuentas al sol.

Hace cuántos años que este entusiasmo no se veía en el auditorio priista.

Dicen los que saben que desde que Luis Donaldo Colosio fue candidato no había algo igual.

Y pues sí. Ahí están los mismos de entonces. Jorge de la Vega Domínguez, 80 años lo contemplan, Pichardo de 76 años, Joaquín Gamboa Pascoe de 84 años de edad.

La doctora Abigail López, con casi 5 años en el servicio médico del PRI, va y viene con su bata blanca, su sonrisa fresca, su estetoscopio al hombro, abriéndose paso entre la multitud. No vaya a ser la de malas. Su reporte hasta el mediodía es "saldo blanco", y advierte que para lo que se ofrezca tienen un médico intensivista en una ambulancia, dos médicos familiares y una ambulancia de terapia intensiva.

Pero hoy el PRI no parece estar para terapia intensiva.

Hoy, a los priistas les volvió...

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