'El mundo es el gran maestro'

AutorFrancisco Morales V.

Al recordar sus inicios, Carmen Parra no deja lugar a la duda: "Yo nací en el arte, incluso antes de ser concebida", declara, con seguridad absoluta.

Hija del célebre arquitecto Manuel Parra, la pintora llegó al mundo, sí, a una casa plena de arte y en el seno del movimiento nacionalista mexicano y de las vanguardias nacientes, acompañada desde niña por figuras como Diego Rivera y Juan O'Gorman.

"Viví rodeada de cuadros coloniales, de piezas arqueológicas, de cerámica, de arte popular, cosas que no existían antes. Nací en 1944, al final de la (Segunda) Guerra Mundial", rememora en entrevista telefónica.

A los 78 años, con un vasto cuerpo de obra tras de sí, es evidente que, para Parra, la infancia fue destino.

Así lo muestra, por ejemplo, uno de los temas que ocupa un lugar importante en su obra y por el que se le reconoce ampliamente: la reinterpretación y el rescate de la iconografía novohispana, particularmente a través de los ángeles y arcángeles de los retablos.

Apenas el pasado octubre, el Festival Internacional Cervantino (FIC) la reconoció con la Presea Cervantina precisamente porque ahí, en Guanajuato, está una de las fuentes de las que abrevan, poderosamente, sus trazos.

"El mundo de imágenes del que me nutro como artista está en Guanajuato, especialmente en La Valenciana. La Valenciana era como un cuento de Juan Rulfo; sólo había muertos y piedras. Guanajuato es ahora patrimonio de la humanidad. A través de mi vida vi su transformación, como el ave fénix que renace de sus cenizas", declaró al recibir el galardón.

Su padre, recuerda, adquirió y restauró la emblemática Casa de la Raya, por lo que la iglesia barroca construida ahí por el Conde de la Valenciana se volvió su jardín de juegos.

"Yo jugaba adentro de los altares, los altares barrocos y toda esa imaginería, en la que viví de niña, porque mi papá también restauró el Convento del Carmen de San Ángel. Yo viví con esos cuadros y esos ángeles y esos altares, y esa arquitectura extraordinaria del siglo 16 y 17. Eso lo tengo grabado en la memoria", pondera.

"El patrimonio es mi tema", dice también, cuando recuerda una serie de pinturas que realizó sobre el incendio que, en 2021, consumió la Capilla de la Inmaculada Concepción de la localidad de Nurio, en Michoacán.

Al menos ahí, el patrimonio de la llamada "Capilla Sixtina Purépecha" quedó preservado del fuego a través de su obra.

"Los pueblos sin memoria no tienen alma. Claro que, ahorita, hablar del alma no le interesa a...

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