Mujeres solidarias

AutorMarcela García Machuca

Fotos: Juan Manuel Sánchez

- El sol aún no entra por la ventana de su casa en Tierra Propia, la colonia más al oriente de Guadalupe, pero a María de la Luz ni le hace falta, a las seis de la mañana ya está amasando un kilo de harina para hacer las tortillas del desayuno de Gregorio chico y Gregorio grande.

Hoy les ha hecho machacado con huevo y un licuado. Y mientras los varones comen, ella empieza a guisar el almuerzo que se van a llevar a sus trabajos, su esposo a la obra y su hijo a la oficina donde es intendente como ella.

Su hijo se va a las siete y su marido a las ocho, pero mientras esto ocurre, María echa una carga de ropa a la lavadora. Luego se ducha, se arregla y sale corriendo antes de las nueve a pagar la luz y el agua, responsabilidad que también le toca.

En el camino se compra un jugo de naranja.

A las nueve y media llega a Omni Life, que está en el Edificio Maldonado, en Constitución y Venustiano Carranza, donde María es intendente desde hace seis años.

Debe limpiar las vitrinas y los mostradores de esta tienda de complementos nutricionales de inmediato, ya que el día anterior, a la hora del cierre, cuando las cajeras hacen el corte y el inventario, nunca se puede. A las 10 de la mañana abre la tienda y los muebles para atención al público deben estar flamantes.

Lunes, miércoles y viernes se limpian los vidrios y las persianas de los ventanales de la tienda, que le toman toda la mañana y hoy tocan, así que María se aboca a eso.

Si hay muchos clientes también debe atender el mostrador.

"Todo me encanta de mi trabajo, todo, hasta acomodar mercancía", expresa. "Pero cuando me llaman (a los mostradores) yo me siento como pavo real".

La mañana no transcurre, vuela para María. Ya con una tripa comiéndose a la otra, a las dos de la tarde sale de la tienda y toma la calle 20 de Noviembre, camina dos cuadras largas hasta Padre Mier, baja, pasa Angela Peralta, y llega al domicilio marcado con el 1422, una casa de principios del siglo pasado, ella entra a una habitación lateral construida posiblemente hace unos 20 años.

- Entre las 12:00 y las 14:00 horas, al número 1422 de Padre Mier Poniente, entran y salen mujeres apresuradas, como agobiadas por algo -a veces llegan unas 80-, algunas van en uniforme, pero de distintos tipos y clases, unas parecen secretarias, otras intendentes y otras vendedoras. Demoran aproximadamente una hora ahí adentro, a veces menos. Salen y vuelven a tomar el camino por el que llegaron, siempre aprisa.

Algunos hombres se asoman por una ventana y luego tocan a la puerta, una dama de mayor edad los atiende, pero no los dejan pasar, unos minutos después les entregan una bolsa con un paquete blanco.

A este lugar sólo entran mujeres. Es Solidaridad Femenina, A.C., un antiguo comedor que funciona desde 1960 como el reducto de una organización de mujeres, fundada en 1922, que apoyó a las primeras trabajadoras del Siglo 20 dando clases y asistencia.

Aunque ya no hay talleres y la casa hogar...

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