Mujeres en la cruz

LAS NAZARENAS en Iztapalapa no sólo tienen que cargar con el peso de su cruz y su penitencia, sino la segregación y el machismo se encajan en sus hombros.

Paola López despertó a las siete de la mañana, bebió un café, se vendó los pies con llagas por la caminata del día anterior y comenzó su viacrucis por las calles de Iztapalapa.

A las nueve de la mañana ya se sentía cansada y aún le faltaban seis horas.

Según la cronista de la Delegación, Beatriz Ramírez, las Nazarenas no son aceptadas por la Sociedad de Nazarenos ni por el Comité Organizador de Semana Santa.

"Cuando van en las procesiones les piden que se salgan, que se incorporen a las vírgenes, ellas no quieren, hay muchas que andan descalzas y con cruz", señaló.

Una veintena de soldados romanos a caballo voltean a mirarla, la siguen con la vista, uno no se aguanta las ganas y murmura "chales, está chida la chava".

Lo mismo pasa con los guardias en motocicletas, los policías.

Ella tiene 14 años e interpreta el papel de un hombre de 33 años, de Jesús. Pero no le importa, dice que las mujeres también pueden.

Al poco tiempo pasa una Nazarena más, se llama Gloria Peralta y es el quinto año que participa en la Judea. Lleva el cabello corto y la misma vestimenta que los miles de nazarenos más.

Al igual que a sus compañeros de camino estar ahí representa compartir el sufrimiento con Dios, también comparte con ellos el trato, dice que le hablan como a un hombre.

A las 9:28 un temblor de 7.2 grados sacudió a Iztapalapa, Paola no lo sintió. Creyó que se le había bajado la presión. La Nazarena se quedó inmóvil, nunca soltó la cruz.

A Paola la cruz ya no le pesa, con el temblor en lo único que piensa es en ponerle una recarga al celular para hablar con su mamá. La meta ya no es la cima del Cerro de la Estrella, es saber cómo se...

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