La mujer que nombra las estrellas

AutorSamuel Adam

Foto: Aggi Garduño

La curiosidad de Silvia Torres-Peimbert siempre ha sido de dimensiones espaciales.

Desde niña, se ha preguntado cómo funcionan las cosas y de qué están hechas.

Investigar el mundo que habitan más de 7 mil millones de seres humanos no le bastaba, así que decidió entregar su vida al estudio del universo.

Primera mexicana en obtener un doctorado en astronomía, multipremiada en el país y en el extranjero, la astrónoma será también la primera mexicana en presidir -desde el próximo 13 de agosto y durante tres años- la Unión Astronómica Internacional (UAI), institución encargada de coordinar las distintas organizaciones astronómicas en el mundo y de, entre otras cosas, poner nombre a cada constelación del universo.

Aunque tiene la mirada en las estrellas, la astrónoma conoce los problemas de México. Sabe, por ejemplo, que es fundamental para el país invertir en los jóvenes y en la ciencia, pues los recursos públicos que se invierten hasta ahora en ellos no alcanzan para cubrir las necesidades.

Pionera en la astronomía científica

A lo largo de la historia de la astronomía en México, el empirismo y el uso de distintas ciencias han sido las bases del conocimiento.

En la época prehispánica, los astros definían el destino de cada civilización. La medición del tiempo, las estaciones del año, la arquitectura, la agricultura, la guerra y la religión se regían por el movimiento de los cuerpos celestes.

Para la Colonia, la ciencia ancestral quedó en segundo plano para no empoderar a través de ella a los pueblos colonizados. Aún con esto, la primera institución académica que se interesó en la astronomía fue la Real y Pontificia Universidad de México, que enseñaba teología, leyes, cánones, medicina y artes a criollos y españoles, y que a mediados del siglo XVII inauguró la cátedra de Astronomía y Matemáticas, poco después de la invención del telescopio.

Fue hasta el México independiente cuando los conocimientos astronómicos mexicanos se consolidaron a través de la academia.

Primero, con una generación de ingenieros como Francisco Díaz Covarrubias, topógrafo que en 1874 encabezó la Comisión Astronómica Mexicana que iría a Japón a observar el tránsito de Venus y que, a su regreso, impulsó la construcción del Observatorio Astronómico Nacional, dirigido desde su creación y hasta 1947 por ingenieros.

Para la segunda mitad del siglo XX, astrónomos como Guillermo Haro y Arcadio Poveda impulsaron el desarrollo de la física en la astronomía, que ya se estaba desarrollando alrededor del mundo y que es hoy la base de la astronomía moderna.

Es en este tiempo cuando Silvia Torres- Peimbert decide estudiar física en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México y, antes de cumplir un año en la institución, se enamora de la astronomía.

-Una vez que me acerqué a la astronomía dije: "Esto es lo mío y de aquí no me muevo" -comenta la doctora en el Instituto de Astronomía de la UNAM, que luce semivacío por las vacaciones de verano, pero que no detiene las actividades de la astrónoma.

Desde que era estudiante de física, Silvia Torres-Peimbert se mantuvo ocupada.

Primero se incorporó como asistente de investigación del Observatorio Astronómico Nacional, cuando Guillermo Haro era director.

Al terminar sus estudios, consiguió una beca para estudiar el doctorado en la...

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