'Soy una mujer feliz'

AutorJésica Zermeño Núñez

Ruth Zavaleta se encuentra en su oficina coloreada por nueve arreglos de rosas, nardos, lirios, girasoles y pensamientos de todos los tonos, un día después de clausurar el periodo ordinario de sesiones de la Cámara de Diputados, el último que preside.

No todos los arreglos fueron regalos, aclara apresuradamente la diputada. Cuatro de ellos, los de flores blancas, los tomó del encuentro que sostuvo con el cuerpo diplomático acreditado en México, el mismo 30 de abril, día de la clausura.

El más grande, de un metro de altura, fue un obsequio del diputado sonorense perredista Carlos Ernesto Navarro quien, junto con Zavaleta, milita en la corriente Nueva Izquierda del PRD.

Complementan la decoración un busto de Benito Juárez en un librero y, colgados en la pared, tres cuadros: dos fotografías blanco y negro de indígenas oaxaqueñas y un fragmento enmarcado de los Sentimientos de la Nación de Morelos.

También hay una foto aérea de Paseo de la Reforma tomada el 16 de julio de 2006, día en el que miles de personas coreaban por primera vez la consigna "voto por voto, casilla por casilla", en la marcha en la que Andrés Manuel López Obrador llamó a combatir el supuesto fraude electoral.

Las flores que adornan su oficina, algunas enviadas como reconocimiento, contrastan con las críticas, amenazas e insultos que ha recibido, paradójicamente, desde la misma izquierda.

Pero ella luce fresca como sus flores. Vestida con un impecable traje sastre negro, asegura sonriente que este año representó para ella el mejor momento de su carrera política y que nunca titubeó para definir qué postura tomar ante cada coyuntura, a pesar de los momento difíciles.

La reconstrucción de Ruth

A Zavaleta le molesta el tronido que provocan los pasos en la madera del piso de su oficina, pues necesita concentrarse. También le enoja que sus colaboradores definan sin consultarle su agenda del día.

"Normalmente soy una mujer muy planificada. No me gusta que ni mi equipo más cercano transgreda mis tiempos. Tienen que consultarme qué cosa quieren que haga en el día. Es muy molesto para mí que de repente a las doce de la noche me entere de una agenda que voy a tener desde las siete de la mañana", enfatiza.

Eso lo aprendió desde que era jefa delegacional de Venustiano Carranza, entre 2003 y 2006. En ese tiempo, a sus 36 años, tuvo que pintarse canas para parecer mayor, pues creía que la gente no votaba por candidatos que fueran o parecieran jóvenes.

El Día del Trabajo, feriado por ley, se dedicó a desahogar su agenda, mientras San Lázaro lucía solo porque la mayoría de los diputados y trabajadores no laboraron.

"Soy muy obsesiva, muy aprehensiva", confiesa. "No me voy, estoy aquí viendo, pendiente, no me desaparezco, si tengo una reunión con alguien estoy tras banderas (el salón ubicado justo detrás de la Mesa Directiva de la Cámara baja)".

Por eso cuando los imprevistos le impiden cumplir sus obligaciones institucionales, la diputada se angustia. Eso fue lo que sucedió el 30 de abril pasado: creyó que la clausura del periodo de sesiones sería protocolario y agendó una reunión con embajadoras y embajadores a las 13:00 horas. Pero la sesión se complicó y llegó tarde.

Sin embargo, esa Ruth Zavaleta, disciplinada e institucional, no siempre fue así.

"Fui a la primera convención (del PRD), convencida de que la única opción que teníamos era revelarnos de una manera como la que planteó después el subcomandante Marcos. Cuando conozco el programa, se discute el estatuto del partido y conozco el discurso de gente como Heberto Castillo...

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