Rebanadas/ Sí mueve la Cola...

AutorCony De Lantal

Para recibir el Año Nuevo, a mi marido se le metió en la cabeza que quería pasársela en el hotel de la Cola de Caballo, lo cual a mí en un principio me sonaba bastante naco, pero a fin de cuentas acabó convenciéndome junto con unos compadre que nos acompañaran, pues todos teníamos añales de no visitar ese paraje.

Tengo que admitir que mi percepción del susodicho hotel era un tanto errónea y, por lo mismo, me sorprendió lo bien que están sus instalaciones. De hecho, no tiene ni cuatro meses que le dieron su buena remodelada y lo dejaron muy decente.

En cuanto a servicio, tienen sus altibajos. Cuando a la entrada te recibe en la caseta de vigilancia el jovial Don Jesús, que a sonrisa abierta te da la bienvenida, te desea feliz año, te platica de lo bien que la vas a pasar ahí, y casi hasta la bendición te da, piensas que el servicio va a estar de primera, pero enseguida te topas con los del mostrador que te ubican de nuevo en su triste realidad.

No cabe duda de que también son muy amables y sonrientes, pero la organización nomás no se les da. Se hacen bolas con los cuartos, con los pagos y con lo que pides a la habitación. Si esa amabilidad se combinara también con efectividad, definitivamente estaríamos hablando de que desquitarían las cinco estrellas que le ponen a su hotel.

El paquete para celebrar el Año Nuevo incluía alojamiento y cena con baile y show en su centro de eventos, por 2 mil 580 pesos por pareja. Yo no sé si ya estamos viejitos pero la música estaba insoportablemente fuerte y, aunque mi marido me echa mosca de que no puedo distinguir un buen equipo de sonido, al menos les puedo asegurar que éste estaba bastante distorsionante. Mucha culpa la tiene la pésima acústica del lugar que contribuye a que se oiga así de lastimoso.

El show que presentaron, de un tal Memo Galván, estuvo bueno, el fulano éste tiene su gracia y nos tuvo bien entretenidos por una hora. El pelo en la sopa fue que había muchos niños pequeños en el salón, que andaban jugueteando por ahí mientras el cómico se aventaba sus palabrotas y chistes pelados. No sé si alguien les dijo a estos papás que el show era sólo para adultos, pero si yo me sentía incómoda, ya me imagino ellos..., aunque hay cada desentendido...

Después me enteré que ahí mismo ofrecían una guardería, supongo que ni siquiera la promovieron, porque los niños se la pasaron muy quitados de la pena escuchando a Memo Galván y su show colorado.

Lo que sirvieron de cena estuvo muy apenitas, pero en fin...

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