Muévanse todos

REFORMA / REDACCIÓN

Viajar durante un periodo prolongado puede tener muchas repercusiones. Piernas dormidas, dolor en la columna o en el cuello, son sólo algunos de los síntomas que en ocasiones hacen que el tiempo en el avión o el autobús, pase lento.

Generalmente, una mala postura puede contribuir a molestias musculares durante la estancia en el transporte, de ahí la importancia de tener en cuenta algunas medidas que reduzcan los efectos de permanecer sin mayor movimiento en varias horas.

La sensación de que alguien nos ha quitado las piernas del cuerpo, puede producirse por la vibración propia del viaje, ésta hace que los músculos se estiren y se contraigan rápidamente con el riesgo de que se contracturen, para posteriormente activar los nervios del dolor en el ganglio espinal al generar un cambio brusco en la carga del disco intervertebral.

"Podemos con mucha frecuencia que, cuando la gente hace viajes muy largos, presenta dolores en el cuerpo por una posición que no cambia.

"Si el paciente permanece mucho tiempo en una posición, puede formar un trombo (coágulo) en las piernas, y está el riesgo de que éste se desprenda y se vaya al corazón, pase a través de él y llegue al pulmón, lo que desencadena la llamada tromboembolia pulmonar", explica Oscar Origuela, cardiólogo adjunto del Centro Médico

Sentarse correctamente puede ser un factor que contribuya de manera importante para tener un viaje placentero. La espalda debe apoyarse adecuadamente en el respaldo del asiento, en tanto las rodillas tendrán que estar a la altura o ligeramente por encima de las caderas.

Sin embargo, lo que hace un recorrido libre de dolencias, es el movimiento del cuerpo de una manera constante. Ponerse de pie o cambiar de posición cada dos horas, se vuelve necesario.

Un mal polémico

Hace seis años, una especie de leyenda urbana dio inicio a lo que en la actualidad se conoce como el Síndrome de la Clase Turista, padecimiento clínicamente conocido como trombosis venosa profunda (TVP), que está relacionado con la inmovilidad en viajes prolongados, aunado al efecto de la presión de la cabina de los aviones, pero sin excluir los viajes en cualquier otro transporte, lo que provoca coágulos en la sangre que pueden terminar en los pulmones o el corazón.Las personas débiles son más propensas a sufrir la resaca del viaje. Mujeres embarazadas, diabéticos mal controlados, personas que han sido sometidas a cirugías de abdomen recientemente, o quienes en el momento del vuelo...

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