Hasta los muertos dañan al planeta

AutorYanireth Israde González

Aunque la huella de carbono o contribución de cada persona al calentamiento global debería cesar cuando ésta perece, los entierros o cremaciones tradicionales la incrementan, advierte David Morales, investigador del Instituto de Química de la UNAM.

La cremación de un individuo equivale, en promedio, al dióxido de carbono -gas de efecto invernadero más común- que produce un viaje de mil kilómetros en automóvil, aunque depende del tipo de cuerpo y el horno empleado, señala el académico.

El proceso de cremación implica energía, mediante gas o electricidad, para efectuar la combustión de organismos preservados con químicos que también, dice, contribuyen a la huella de carbono.

Usualmente el embalsamamiento para conservar los cuerpos con fines de exhibición recurre, entre otros compuestos químicos, al formaldehído, considerado tóxico, señala Morales.

En 2008, la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer de la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó al formaldehído como carcinógeno. Diez años antes, en 1998, la misma OMS advertía que los cadáveres humanos de los cementerios podían causar contaminación de las aguas subterráneas, "no debido a la toxicidad específica que poseen, sino al aumentar las concentraciones de sustancias orgánicas e inorgánicas que ocurren naturalmente a un nivel suficiente para hacer que las aguas subterráneas sean inutilizables o no se puedan consumir".

El tema de la concentración o sobresaturación en los panteones fue planteado también, en 2017, por Ladislav Smejda, investigador de la Universidad Checa de Ciencias de la Vida. Mientras los cementerios propician sobreconcentración de nutrientes para plantas y animales -pues los cadáveres filtran al suelo, entre otros elementos, hierro, cinc, azufre, calcio y fósforo- en otros lugares de la naturaleza carecen de estos, planteó el científico durante el encuentro de la Unión Europea de Geociencias, realizado en Viena ese año.

"Tal vez", dijo, "no sea un problema desde nuestra perspectiva actual, pero con una población que crece y crece a nivel mundial, los denominados lugares para el 'descanso eterno' podrían convertirse en un problema apremiante en un futuro no muy lejano".

La sepultura de restos humanos supone, adicionalmente, el uso de toneladas de concreto para lápidas, añade Morales, quien imparte la materia de Química Verde en la UNAM.

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