HAY MUCHAS COSAS QUE CREO DE MI MISMO (CONSCIENTE E INCONSCIENTEMENTE) SIN SABER QUE LAS CREO.

AutorSebastián, Miguel Ángel
CargoEnsayo

Los estados cuyo contenido es de primera persona parecen desempeñar un papel fundamental en la explicación del comportamiento y la agencia. Así mismo, varios autores han señalado que la consciencia ha de ser entendida, al menos a cierto nivel, en términos de estados con contenidos de primera persona. Javier Vidal (2014, 2015) ha argumentado que, necesariamente, toda creencia de primera persona ha de ser una creencia consciente. Este interesante resultado--extrapolable a otras actitudes proposicionales como los deseos, las dudas, etc.--no sólo pone en jaque cierto tipo de explicaciones de la consciencia, como el propio Vidal señala, sino que además presenta un problema para aquellas teorías que explican ciertos aspectos del comportamiento postulando estados mentales inconscientes con contenido de primera persona. El objetivo de este artículo es mostrar que el argumento de Vidal no es sólido y que no existe el tipo de conexión entre consciencia y creencias de primera persona que él pretende establecer.

Este artículo está organizado de la siguiente manera: en la primera sección, presento los contenidos de primera persona y su conexión con la explicación del comportamiento y de la consciencia. En la segunda, expongo detalladamente el argumento en favor de que las creencias de primera persona han de ser necesariamente conscientes. En la última sección, examino críticamente el argumento y muestro que las condiciones bajo las cuales una de las premisas podría resultar aceptable son tales que las otras premisas resultan falsas. Concluyo que el argumento es falaz y que las teorías consideradas no tienen nada que temer del argumento de Vidal.

  1. El problema de las creencias de se

    Los seres humanos podemos tener distintos tipos de actitudes pro-posicionales--como creer, desear o esperar--hacia distintas cosas. Uno puede creer, por ejemplo, que las películas de luchadores son estupendas o que el chocolate es bueno para la salud. Decimos que estos estados mentales son estados representacionales o que tienen contenido. Una pregunta que surge inmediatamente al tratar de entender la naturaleza de este tipo de estados es cuál es su contenido.

    La respuesta tradicional a esta pregunta semántica sostiene que las proposiciones son el contenido de nuestras actitudes. Pese al notable desacuerdo acerca de la naturaleza de las proposiciones, (1) está ampliamente aceptado que son el tipo de cosa cuya adecuación o veracidad es evaluable dependiendo de cómo sea el mundo (dejando abierta la posibilidad de que una proposición pueda carecer de valor de verdad). En otras palabras, las proposiciones hacen particiones entre mundos posibles en el espacio de posibilidad; i.e. determinan colecciones de mundos posibles. Por ejemplo, la proposición que la Ciudad de México es la capital de México es verdadera en algunos mundos, entre los cuales está el mundo actual, y falsa en otros. De forma más importante, comúnmente se considera que el valor de verdad de una proposición no cambia dependiendo del sujeto, el lugar o el tiempo. Las creencias que tenemos acerca de nosotros mismos como tales (Castañeda 1966; Chisholm 1981) parecen particulares en este sentido. Veámoslo con un ejemplo.

    El Santo, Rodolfo Guzmán Huerta, es probablemente el luchador enmascarado más famoso del mundo. Se convirtió en un héroe popular por sus apariciones en libros de cómics y películas, y su máscara plateada es un símbolo de la justicia. Consideremos dos situaciones hipotéticas en la vida de El Santo:

  2. Tras su retiro, El Santo está viendo Las momias de Guanajuato, donde Blue Demon, Mil Máscaras y él luchan contra un grupo de momias reanimadas. Fascinado por sus propias habilidades en la lucha piensa: Yo era un gran luchador.

  3. Tras su retiro, El Santo tiene un accidente de tráfico y, debido a un golpe en la cabeza, sufre amnesia postraumática y no puede recordar que llevaba una máscara y que era un famoso luchador. Un día, mientras se recupera, está viendo Las momias de Guanajuato, donde Blue Demon, Mil Máscaras y él luchan contra un grupo de momias reanimadas. Fascinado por sus propias habilidades en la lucha piensa: El Santo era un gran luchador.

    Ambas situaciones involucran creencias acerca de El Santo, pero hay una diferencia notoria: (1) pero no (2) involucra una "creencia de primera persona", una creencia de se. Mientras que en (1) El Santo tiene la creencia de que él mismo (Castañeda 1966) es un gran luchador, en (2) sólo tiene una "creencia de tercera persona". En esta última situación, El Santo falla en darse cuenta de que él es El Santo y no cree de él mismo que fuera un gran luchador. Además, no se da cuenta de que él es el luchador enmascarado al que está viendo en la pantalla. Parece que, sin importar qué propiedad F consideremos, El Santo podría creer que F es un gran luchador, sin creer que él mismo es el único individuo que satisface F, por lo tanto, sin poseer la correspondiente creencia de se. (2) Las actitudes de primera persona o actitudes de se parecen ser actitudes sui generis, (3) no reducibles a otro tipo de actitudes proposicionales.

    Lo que demandan del mundo tanto la creencia de primera persona como la de tercera para ser verdaderas es exactamente lo mismo: que El Santo fuera un gran luchador. Sin embargo, son creencias de distinto tipo y un sujeto puede tener una sin tener la otra. Diversos autores han tratado de capturar estas diferencias de distinto modo. Por ejemplo, Perry (1979) considera que el contenido es el mismo y trata de capturar las diferencias en términos del tipo de estado involucrado. En una línea similar, algunos autores defienden que las correspondientes creencias de primera y tercera personas no difieren en la proposición involucrada, sino en el modo de presentación o guisa en la que es creída esa proposición (Ezcurdia 2001, Kaplan 1983, Perry 1980, Richard 1983, Salmon 1981). Alternativamente, Lewis (1979) consideró que la diferencia ha de ser explicada a nivel de contenido. Lewis argumentó que lo que los ejemplos muestran es que el tipo de particiones que hacen las creencias de primera persona es más fina que aquellas que hacen las proposiciones (entendidas en la forma en que las he presentado): las creencias de primera persona no son verdaderas o falsas dependiendo únicamente de cómo sea el mundo, sino también del sujeto que tiene la creencia. Si hay diferencias sustantivas entre estas posiciones o si son meramente verbales, es una discusión abierta y, sobre esto, pretendo permanecer neutral en el resto del texto. (4)

    Las actitudes proposicionales se postulan, entre otras cosas, para explicar nuestro comportamiento. Mi deseo de tomar una cerveza y mi creencia de que hay cervezas en el refrigerador explican, al menos parcialmente, el hecho de que me levante y me dirija al frigorífico. Explicar no sólo algunos, sino todos los comportamientos requiere apelar a creencias de primera persona como muestra Perry (1979). (5)

    Imaginemos que El Santo está en el supermercado comprando algunos productos cuando ve a un ladrón armado entrar y amenazar a los clientes. Instantes después, el ladrón resbala con azúcar derramada en el suelo, cae y queda inconsciente. El Santo sigue el rastro de azúcar en el suelo del supermercado, empujando su carrito en busca del cliente que la había derramado, para felicitarlo por ser un héroe. Finalmente, El Santo se da cuenta de que es él mismo quien había estado derramando el azúcar: él era el héroe al que quería felicitar.

    Parece haber dos tipos distintos de creencia involucrados en esta historia: la que tenía El Santo antes de percatarse de que él era el que estaba derramando el azúcar y la que tiene después. El Santo creía que el cliente que derramó el azúcar era un héroe pero no que él mismo era un héroe --al menos no por los acontecimientos de esta historia particular--. Cuando adquiere la nueva creencia cambia su comportamiento, por ejemplo, recolocando el paquete de azúcar y dejando de buscar al heroico cliente. Los ejemplos de Perry (1979) (o Lewis 1979) muestran una conexión esencial entre las creencias de primera persona y la acción que resulta de ella. Una conexión que ha sido ampliamente aceptada y rara vez discutida. (6)

    Las creencias de primera persona también se han utilizado para ofrecer una teoría de la consciencia en términos de contenido de primera persona. La idea es que al tener un experiencia consciente uno no sólo se percata de que tal y cual es el caso, sino también, en uno u otro sentido, de que uno mismo está teniendo la experiencia. Este truismo, conocido como "principio de transitividad", da soporte a las teorías de orden superior. Estas teorías tratan de explicar la diferencia entre los estados que son conscientes y los que no los son en términos de otra relación que se da entre el estado consciente y algún tipo de representación de orden superior del anterior. En el caso particular de las teorías de pensamiento superior (Gennaro 1996, 2012; Rosenthal 1997, 2005), la representación de orden superior tiene forma de pensamiento de primera persona. Cuando tengo una experiencia como de rojo me encuentro en un estado con cierto contenido; llamemos a este contenido ROJO. Para que este estado mental sea consciente ha de haber adicionalmente un pensamiento de orden superior apuntándole cuyo contenido es algo así como 'Yo veo ROJO' (Rosenthal 1997). (7) Según la teoría, no hay necesidad de que el estado de orden superior sea consciente y, de hecho, típicamente no lo es. Si la teoría requiriese que el estado de segundo orden fuera consciente, estaría en graves problemas pues, según la teoría, ello requeriría un estado de tercer orden que a su vez debería ser igualmente consciente por lo que se requeriría, a su vez, la presencia de un estado de cuarto orden y así ad infinitum. Por lo tanto, según este tipo de teorías, nuestra capacidad de tener experiencias conscientes depende de nuestra capacidad de tener pensamientos de primera persona que no son conscientes.

    En el...

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