Movilización sin clientelismo

AutorJorge Buendía Laredo

El principio de un "un hombre, un voto" es fuente de legitimación democrática. Una democracia sin igualdad política es inconcebible. En la práctica, sin embargo, predomina la desigualdad política: los individuos con mayores recursos socioeconómicos cuentan con más influencia y poder, y también intervienen con más frecuencia en los asuntos públicos.

La actividad política más elemental, el ejercicio del voto, también está permeada por la desigualdad. Una constante en la gran mayoría de los estudios de participación electoral es que las personas más educadas y de mayores ingresos votan en mayor proporción que el resto del electorado. Es decir, el abstencionismo contribuye a la desigualdad política. Por ello es alarmante la expectativa de una baja participación en los comicios de este 6 de julio.

Previo al 2 de julio del 2000, muchos asumían que el abstencionismo en México era una manifestación de alineación política, consecuencia de muchas décadas de dominio priista. Pocos esperaban que, después de la alternancia, el abstencionismo se incrementara. Sin embargo, todo parece indicar que así será.

Los pronósticos más optimistas estiman una participación ligeramente superior al 50 por ciento, pero hay muchas voces que postulan una cifra entre 40 y 45 por ciento. Cualquiera de estas cifras será menor al nivel de participación registrado en la última década.

En México, ¿qué tanto influye la desigualdad en el abstencionismo? Estudios basados en encuestas muestran que las personas más educadas, y por ende con mayores ingresos, votan más. La desigualdad, sin embargo, también tiene un fuerte componente geográfico y, en México, las zonas rurales son las más marginadas de nuestro país.

De acuerdo a la clasificación del IFE, aproximadamente 30 por ciento de los electores vive en zonas rurales, mientras que el 70 por ciento restante vive en zonas urbanas. Tanto en 1997 como en 2000 los residentes de zonas urbanas votaron más que los habitantes de zonas rurales. (Ver Cuadro 1, donde se aprecia el grado de participación de acuerdo al tipo de sección electoral). Dicho de otra manera, los ciudadanos menos privilegiados fueron quienes acudieron a las urnas en menor proporción. La diferencia es particularmente aguda en el año 2000. En ese año, la participación de las zonas urbanas es superior en 10 puntos porcentuales a la de las zonas rurales (67 a 57 por ciento).

Entre 1997 y 2000, en todas las secciones disminuye el abstencionismo. Ello es natural, porque una...

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