Para morir abril

AutorPatricia Laurent Kullick

Sin los vuelos vertiginosos del pudor, Elizabeth cayó al abismo con la antorcha del agave entre las manos. Sentía un poco de alivio, porque en la ebriedad recordó a su madre y las madres son las dueñas de todos los delirios.

Por eso Elizabeth primero vio un pezón y lo decantó como el libro de leche de la memoria.

Ahí escudriñó la ternura de la tortura de saberse viva: el suicidio se erige dueño de la esperanza. La madre balbuceaba incoherencias que al filo de la muerte se volvieron utopías.

Elizabeth quería hablar, pero el fuego le había cerrado la garganta.

Uno, dos, tres tragos más.

Las metáforas devinieron en deseo y quiso ver al amor que yacía inerte en los desperdicios fríos de su madre. ¿A dónde había ido a parar la vieja borracha, llena de miedo, de culpas, de carcajadas que sacan de quicio a las flautas del dulce abril? Había ido a parar adentro de Elizabeth que ya se había visto abotagada en el espejo, hinchada de culpa, desorbitada por el...

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