Montan su Show de la Fe

AutorMario Gutiérrez y Rebeca Herrejón

Iluminado por plafones de luz blanca incandescente, el misionero R. R. Soares predica en una ambigua mezcla de portugués y castellano.

Está en plena función, arropado por la escenografía que dibuja una imagen idílica del cielo: nubes pintadas al fondo y una gran cruz al frente del escenario.

Abajo, en las butacas, los seguidores levantan las manos para recibir las bendiciones. Algunos parecen consternados, otros están al borde de las lágrimas. Hoy conocen al hombre que, aseguran, les ayuda a sanar a través de la televisión.

Es la versión en vivo del programa que muchos de ellos sintonizan todos los días en la pantalla chica, aunque la voz del misionero no es la misma, pues en televisión utiliza un doblaje argentino.

Soares -que presume ser el primer predicador con un programa evangélico en la televisión brasileña- invoca a Jesucristo, pero también al demonio. Recurre a la Biblia y a las parábolas modernas para sustentar sus dichos.

Ahí está la historia del hombre que en Brasil sanó sus dolencias, del que en otro país curó sus males físicos y espirituales al recibir la bendición de Dios.

Eso, dice Soares, también es posible encontrarlo en Guadalajara, entre las cerca de 300 personas que el pasado martes acudieron al Teatro de la Ciudad, convertido ahora en casa de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios.

El espectáculo es sólo para adultos. En estas celebraciones no hay niños en la sala y los que llegan son llevados a una improvisada guardería donde son reclamados al final de la función.

Inmersos en la búsqueda de bendiciones, los seguidores tapatíos escuchan atentos, con los ojos cerrados y las manos arriba. Desde el escenario, el misionero pide colocar la mano donde exista una dolencia, donde se quiera aliviar el mal físico. Las palmas se posan sobre la cabeza, la cadera, la rodilla, la pelvis...

En este Show de la Fe, así bautizado por sus creadores, el clímax está por llegar. Poco a poco, los seguidores vuelven en sí, reaccionan y toman asiento en su butaca.

En total 27 personas afirman haber superado dolencias en ese momento. Un grado de éxito considerable. Casi el 10 por ciento de los presentes dan fe de la desaparición de dolores. El misionero exclama...

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