Carlos Monsiváis / ¿Quién teme a la autoridad moral?

AutorCarlos Monsiváis

El triste y patético "triunfo" del gobernador de Puebla, Mario Marín, en la Suprema Corte de Justicia (de aquí en adelante la Suprema), además de las consecuencias que, por ahora, favorecen levemente o ni eso la impunidad del Góber precioso y su red de instituciones y, en cuanto a repercusiones éticas y políticas, muy negativas para la Suprema y Marín, posee una virtud: ilumina a fondo la definición del desprestigio en la clase gobernante.

En estos círculos, consideran la mala fama política y jurídica un hecho a fin de cuentas intrascendente al depender de una entelequia, la memoria de los pueblos, y de un imposible: la retención de los hechos muy notorios más allá de un tiempo mínimo. En el futuro -ésta es la moraleja- todos los escándalos tendrán derecho a hospedarse en la memoria durante 15 minutos, no más.

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El acervo de autoridad moral de un político nunca ha sido un tema en verdad significativo. A lo largo de la era del PRI sólo un escándalo mayúsculo precipita la caída de un gobernador, un líder sindical, un senador o diputado, un magistrado. En tanto técnica, el cinismo es la risa que se burla a un tiempo de las pretensiones de la impunidad (La metamorfosis: "Esa mañana el gobernador Gregorio X despertó y se vio convertido en una persona irreprochable") y de la protesta en nombre de la justicia, algo sintetizable por la burla con el nombre de una pulquería: "El triunfo de me estoy riendo". El corolario está a la vista; en rigor, la ética o la moral, son alucinaciones de la debilidad de los opositores, la única moral que se percibe es concedida por el Sistema, así de abstracto el tema y si se quiere que se le atienda necesita del sello presidencial.

De hecho, en la era del PRI, el término autoridad moral no se toma en cuenta, ¿para qué?, el poder no requiere de adjetivos. En el filme "La Zandunga", una y otra vez el alcalde de Tehuantepec (el magnífico Joaquín Pardavé) blande el bastón de mando y grita: "¡A callar, yo soy la autoridad!". ¿Se requieren imágenes más justas?

Sólo la derrota del PRI le abre espacio al concepto autoridad moral, al principio una intrusión de la retórica en los terrenos de la realpolitik, y luego, la idea que cobra fuerza y sentido ante el atropello múltiple de la clase gobernante y el saqueo desconsiderado, uno de cuyos nombres es Vicente Fox, hoy malamente defendido por un puñado de sus guardaespaldas verbales, que ven inocencia y chismes donde hay perfidia cerril. El deseo de impunidad de seres tan...

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