Ricardo Monreal Ávila / Rehén del continuismo

AutorRicardo Monreal Ávila

Quienes apostaron a la continuidad como marca de origen del gobierno de Felipe Calderón no se equivocaron.

Continúa el deterioro gradual y sostenido en casi todos los indicadores estratégicos de gobernabilidad, competitividad y bienestar social. Las mediciones internacionales y nacionales coinciden en señalar focos amarillos, naranjas y rojos en seguridad, justicia, productividad, educación, desigualdad y medio ambiente.

Lo poco que puede presumir el actual gobierno, como la estabilidad económica, los golpes al crimen organizado y las reformas en materia de pensiones, fiscal y electoral, no son propiamente autoría del Ejecutivo federal, sino una prolongación de las políticas públicas de los últimos gobiernos priistas (en el caso del control macroeconómico), un reflejo del trabajo de inteligencia de las agencias nortea- mericanas (en el caso del combate del crimen organizado) o fruto del acuerdo alcanzado al interior del Congreso por las diversas fracciones parlamentarias.

Quizás el cambio más notable radique en los estilos personales de gobernar de Vicente Fox y Felipe Calderón. La locuacidad dejó su lugar a la discreción; la pareja presidencial fue sustituida por el ejercicio unipersonal de la Presidencia; el colorido gabinete Montessori se convirtió en un equipo gris y aburrido de gobierno; y el desencuentro con el Congreso transitó a un esquema de negociación legislativa PAN-PRI.

Sin embargo, en un presidencialismo desalineado, los estilos personales de gobernar dejaron de ser sinónimo de eficacia gubernamental y solución de los problemas nacionales. Por ello, poco o nada ayuda a una evaluación objetiva centrarse en la figura del Presidente. Nos dice más el entorno institucional, económico y político dentro del cual se mueve el Ejecutivo federal, que las intenciones, propósitos y discursos de su titular.

Si en algún punto el actual gobierno está pagando la factura del continuismo es en la política económica. La promesa del empleo quedó a medias y, tal como ha acontecido desde el año 2000, la economía informal y la emigración son el principal destino laboral de los mexicanos. El crecimiento económico se ajustó a la baja desde este primer año y la reforma fiscal se traducirá en un exiguo incremento de medio punto del PIB. Por quinto año consecutivo, los excedentes del petróleo han permitido sacar a flote las finanzas públicas y sostener el enorme gasto corriente del gobierno, sin importar el declive en las reservas de este recurso natural.

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