Mónica Pérez Taylor / Mis años en MURAL

AutorMónica Pérez Taylor

Tuve un proyecto, un sueño desde joven, y éste se cumplió el día en que MURAL publicó mi primer editorial, "Pecados y delitos", en torno a la visita de Juan Pablo II a México. Desde entonces, hace casi ocho años, soy la más afortunada por ser MURAL mi casa editorial. Conozco a más de 100 que matarían por tener mi espacio.

Creo que sólo en dos ocasiones no he publicado. Una, cuando falleció mi papá. La otra ocasión es reciente, con mi artículo sobre la pederastia en Jalisco, por falta de rigor periodístico. Y cuando me encontré en la FIL con Lydia Cacho resguardada por cinco gigantes, amenazada de muerte como está, no pude más que sentirme aliviada por la sensibilidad editorial de MURAL, sin embargo, es un tema pendiente que como sociedad no podemos soslayar.

No sólo reconozco el respeto irrestricto a mi libertad de expresión, además aprecio el apoyo editorial y el trato cordial y generoso con el que siempre he sido recibida en las instalaciones de esta empresa. El sueño hecho realidad, es una aventura que me transforma continuamente, y tiene tal valor que no creo poder apreciar todavía del todo.

Porque al darme la oportunidad en MURAL se abrieron otras puertas que no imaginé. He podido hacer contacto afectivo y amistad con los editorialistas y escritores que me alientan y enriquecen como Claudia, Pedro, Myriam, Juan, Isabel, Tonatiuh, el doctor Caligari, José María, Guillermo, Rogelio, y muy especialmente con Ivabelle, con quien he recorrido otra larga aventura emocional e intelectual con Tragaluz.

Y pude poner a prueba mis convicciones, mis ideales, y debatí y defendí mis ideas políticas, no sin angustia. La polémica se dio y fuerte con los lectores. Los mensajes de odio forjaron más mi carácter. Nunca en mi vida había constatado tanta diversidad como mexicana. El verdadero debate, un reto intelectual. Las muestras de apoyo, inapreciables. Fui acusada de traicionar a "mi clase". A un notario obsceno le puse en evidencia ante el presidente de su Colegio y le paró. A los lectores les respondí con argumentos y conceptos, y busqué información hasta debajo de las piedras. Cuando me pusieron al parejo con Miguel Ángel Granados Chapa lo tomé como un cumplido, aunque la respetable lectora pedía nos corrieran del diario. Lamento que una larga y profunda amistad ya herida, la eché a perder por mi radicalismo -y egoísmo-. Es imperdonable y no es...

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