Mochilazo en el tiempo

(Material transmitido por el Servicio Sindicado el pasado 5 de octubre)El pan viajaba en la cabezaNayeli Reyes

EL UNIVERSALLos reyes del barrio usaban coronas de mimbre: canastas desbordadas de teleras, donas, rejas, chilindrinas, panqués, conchas? no les faltaban los cuernos, los besos o las novias y nunca se les caían las orejas, las pechugas ni los bolillos. Todo este universo bizcochero viajaba en bicicleta, equilibrado sobre sus cabezas.

"Ya son las siete, ahí viene el panadero", decían las personas cuando estos personajes inauguraban el amanecer. Era una capital distinta, donde no se escuchaban más que las voces de los habitantes, "se podía poner el reloj a la hora, por el pregón que se escuchaba en la calle", recordaba en 1960 María Cristina Méndez en este diario.

"¡El pan!, ¡calentito el pan!, ¡panaderoooo!", gritaban estos repartidores de calorías que transportaban sabores conocidos sólo por nuestros antepasados: con manteca pura de cerdo y mucho huevo. Méndez contaba que cuando le compraban 20 piezas al comerciante éste decía: "Agarre su ganancia, güerita", el pilón, dos bizcochos más.

La tradición de repartir el pan comenzó entre finales del siglo XIX y principios del XX, explica Homero Bazán Longi en su columna "La ciudad de ayer", al principio algunos usaban una carretilla de madera. Esta época coincide con la apertura de las grandes panaderías de la capital y la mecanización de la industria.

Según Bazán llevar la carga de pan sobre la cabeza es una costumbre que inició a pie, al modo de los vendedores de provincia, quienes eran expertos en cargar así diversos productos, como ollas de leche y charolas con dulces.

Con el tiempo el comercio se montó a la bici. El lechero cambió el caballo por las ruedas, pero el panadero se convirtió en un espectáculo: "Es un prodigio de humano equilibrio", escribió en EL UNIVERSAL Carlos González Peña en 1939, quien no sabía qué admirarle más: escapar a los atropellamientos o conservar íntegros los "transitorios habitantes que colman la cesta".

El 19 de julio de 1936 la gran avenida del Bosque de Chapultepec fue la pista de la primera carrera de repartidores, convocada por la Liga Interzonas Ciclista del entonces Distrito Federal. Los lecheros pedalearon con 12 de sus botellas, los abarroteros con 12 kilos de mercancía; los carniceros tuvieron liga infantil y adulta. Los panaderos fueron admirados por la cantidad de pan que llevaban en sus cestos.

En 1951, en "¡Ay amor... cómo me has puesto!"...

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