Mochilazo en el tiempo

El edificio que fue inspiración de Pitol

EL UNIVERSALAl entrar al departamento sin darte cuenta viajas a través del tiempo. De pronto ya no estás en el siglo XXI, sino en los primeros años del siglo XX. Paredes de madera y mosaicos estilo art decó te rodean. Todo es de otra época. A la vista no encuentras ningún mueble moderno y las líneas simples y rectas del piso de la cocina te permiten imaginar que vives en 1930. El estudio, ni se diga, dos sillones chaparritos y una mesa discreta te dan la bienvenida.

Este lugar en el que estás parado es uno de los pisos del edificio Río de Janeiro, ubicado en la Colonia Roma, en la esquina de Durango y Orizaba. El dueño de aquel hogar te ha mostrado los interiores de su casa y te platica, como todo un conocedor, la historia del edificio. ?Fue remodelado en los años 40 y por eso es como si fueran dos en uno. Afuera es un castillete y por dentro es como Miami?.

Las diferencias entre estos estilos se deben a la remodelación que sufrió el edificio en 1942, la cual fue dirigida por el reconocido arquitecto Francisco J. Serrano. Él y su equipo fueron los encargados de trasladar la corriente Decó a los interiores del edificio, la cual contrastaba con la fachada de naturaleza ecléctica, que significa la mezcla de varios estilos formales y ornamentales del pasado.

- Vista privilegiada y foco de curiosos

?Éste de aquí es el palco más extraordinario, porque gracias a él he sido testigo de todo tipo de cosas que pasan en el parque. A los ciclistas desnudos, los que realizan una rodada cada cierto tiempo, les encanta pasar frente a la plaza? Es un efecto muy divertido, primero ves a uno, luego son dos, tres y cuando menos te das cuenta ya está todo lleno?, comentó Ernesto Kruger durante la entrevista, dueño de uno de los departamentos que alberga el edificio.

Desde el palco la vista es panorámica: perros de todas razas corren hacia la fuente y se avientan un chapuzón, como si fueran niños jugando en toboganes, la réplica del David posa majestuosa y decenas de personas transitan por las esquinas de la Plaza que lleva el mismo nombre del edificio, Río de Janeiro. Si bien, algunos detalles están ocultos a la vista del espectador, los árboles se encargan de enmarcar el paisaje digno de una pintura.

?La verdad es que me siento como patrimonio histórico de la Roma, todo el día, a todas horas, hay alguien tomando fotos a mi ventana. Eso me resulta muy peculiar. No imaginé que fuera así, pero en realidad no me molesta...

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